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Silencio de Máxima (A.K.A “¡Por qué no te callas!”)

Silencio de Máxima (A.K.A “¡Por qué no te callas!”)

¿Me extrañaron?
Sólo estaba dejándolos disfrutar del silencio.

¿Hablar de silencio en un blog de música? Es menos insólito de lo que parece. La máxima o “dúplex longa” es una figura musical que posee una duración equivalente a dos longas, cuatro cuadradas u ocho redondas; es decir, 32 pulsos de negra. (Así la define Wikipedia) La utilización de esta figura entró en desuso a partir del siglo XVII pues desde entonces, no encaja en ningún compás. Y desafortunadamente en nuestro tiempo, tampoco encaja en la vida cotidiana.

Desde la más tierna infancia, nuestros niños y jóvenes se educan para desarrollar herramientas de lenguaje. La escuela enseña a hablar, leer y escribir, pero no enseña el valor comunicativo y expresivo del silencio, convirtiéndolo en algo extraño e insoportable que hay que llenar con bullicio. Incluso cuando el maestro grita pidiendo silencio –una incongruencia equivalente a “luchar por la paz”-, éste se toma como un castigo. Pero lo que pocos notan es que ante él, se abre un mundo de infinitas posibilidades pues en sí mismo, es la cuna de la palabra: nada es más poderoso y sobrecogedor que el recipiente que las contiene todas.

El silencio es algo MUY apreciado por los orientales. Una delas primeras cosas que se nota al llegar a Japón, es que aunque a veces se está rodeado de miles de personas,  nadie está hablando. Cada uno está en su mundo.
El mutismo de una multitud debe ser algo verdaderamente impresionante: Yo no lo he visto jamás. Incluso cuando se pide guardar un minuto de tan apreciado bien “in memoriam”, alguien siempre tiene que toser, o mover un mueble o hacer cualquier cosa que interrumpa la armonía. En mi humilde opinión, uno no debería romper el sosiego absoluto, si no puede aportar nada que lo supere. Me atrevería a decir que en muchos casos con todo derecho habría que emular al rey de España y decir en tono regio y autoritario: “¡Por qué no te callas!”.

Es una verdadera lástima que el silencio se haya convertido en un ítem de valor incalculable por su escasez. Ni siquiera tiene sinónimos totalmente equivalentes, por eso he tenido que usar la palabra un montón de veces en este blog. Estamos rodeados de su antónimo por todas partes: Automóviles de motor ruidoso y pitos estridentes. Máquinas industriales. Megáfonos de perifoneo. El insoportable “Para Elisa” destemplado y a todo volumen del que pasa vendiendo helados. Ringtones de “teléfono inteligente”. Desesperantes notificaciones de mensaje en el servicio que uno prefiera. Juguetes electrónicos que emiten chillidos constantes. Iglesias que en su loable propósito de esparcir la Palabra de Dios, usan bafles de millones de vatios de potencia desde tempranas hasta tardías horas y no respetan el sagrado derecho al descanso. Y vecinos que en un derroche de generosidad reprochable “reparten” su música (generalmente reggaetón, carrilera, bachata o similar) por todo el barrio…

A ese punto en especial me voy a referir. A veces me pregunto por qué existe gente que tiene que validar su –patética y vacía- existencia sobre este planeta, a punta de ruido. Cito: “El hombre se adentra en la multitud por ahogar el clamor de su propio silencio” (Rabindranath Tagore). Aquel que tiene el alma llena, llega a cualquier parte y su presencia es todo el discurso que requiere para hacerse notar. El resto necesita hacer escándalo.

El bullicio es una de las mayores causales de intolerancia. Constantemente se levantan riñas entre vecinos por ese motivo. Riñas que en ocasiones lamentables terminan con muerto a bordo. Por tanto se ha convertido en una conducta PUNIBLE. Léase CASTIGABLE. Con multas, escarnio público, elevación de predial y hasta expulsión de la comunidad.

El ruido, sea cual sea su fuente o causa –automotor averiado o intencionalmente reformado para que lo produzca, equipo de sonido, megáfono o cualquier aparato electrónico-, afecta indudablemente el interés colectivo y la calidad de vida; y los deteriora hasta el grado de atentar directamente contra la tranquilidad. La ausencia de silencio se ha convertido en motivo de roces y agresiones de todo tipo.

Se supone que el hogar es el sitio de recogimiento y paz en el que uno se libra de las vicisitudes diarias. Y eso incluye el murmullo incesante e insoportable que nos rodea a toda hora.
Una persona de buenas maneras –quién va a saber hoy lo que son buenas maneras, si hasta la urbanidad de Carreño salió expulsada del pensum escolar-, sabe que la música o el ruido producido dentro de una casa, NO DEBE invadir el espacio ajeno. Léase NO DEBE ser evidente hasta salir por las ventanas o la puerta. Lo que usted haga en su casa… que no lo sepa el vecino. Hay sitios especiales para hacer ruido. Se llaman salones de fiestas y hay montones por toda la ciudad, estratégicamente ubicados. Aquel que quiera hacer ruido a su gusto en un lugar no apto para ello… ¡que se compre unos audífonos, caray! Yo por lo menos cuando quiero escuchar a Wagner –o si lo prefiero, al grupo Niche- a todo volumen, desaparezco en las profundidades de mi iPod.

El ejercicio de las libertades SIEMPRE estará limitado por los derechos ajenos. Existe algo que se llama “Derecho al Medio Ambiente Libre de Contaminación Visual y Auditivo”. Y hay que respetarlo. En el Código de Policía Departamental del Valle del Cauca–les paso el dato porque puede ser muy útil- hay un apartado dedicado a la prevención y control de la contaminación por ruido.
Les dejo los artículos:

ARTÍCULO 66: RUIDO.- El que haga sonar bocina, pito o sirena en vehículo automotor o una fuente fija de emisión excediendo las regulaciones sobre la materia, se le impondrá multa de cinco (5) a diez (10) salarios mínimos legales mensuales vigentes. La sanción prevista en el presente artículo no se aplicará cuando el ruido se emita como señal de emergencia o peligro en los casos señalados.

ARTÍCULO 67: SONIDOS CON PERTURBACIÓN DE LA TRANQUILIDAD CIUDADANA.- El que opere o permita operar radio, instrumento musical, amplificador o cualquier artefacto similar que produzca o amplifique el sonido, de tal forma que perturbe la tranquilidad de los vecinos incurrirá en multa de tres (3) a cinco (5) salarios mínimos legales vigentes diarios.

ARTÍCULO 68. EXCESO DE PRODUCCIÓN DE RUIDO.- El propietario, administrador o encargado de establecimiento comercial o industrial que utilice para propiciar la venta de sus productos, cualquier forma de amplificación del sonido que perturbe la tranquilidad social, incurrirá en multa de cinco (5) a veinte (20) salarios mínimos legales vigentes diarios.

ARTÍCULO 69. RUIDOS EN VEHÍCULOS SIN SILENCIADOR.- El que conduzca en vehículo automotor no equipado con sistema de silenciador, incurrirá en multa de uno (1) a cinco (5) salarios mínimos legales mensuales vigentes, en caso de reincidencia será remitido a las autoridades del tránsito para lo de su competencia.

El sosiego, la meditación, la actitud contemplativa –que es la que fija las imágenes en el espíritu-, son el comienzo de la sabiduría. Recuerde que es mejor ser el rey de su silencio, que el esclavo de su estridencia.
Este fin de semana –o cuando pueda darse el lujo- recomiendo disfrutar de un silencio de dúplex longa con puntillo y calderón… ¡Ad libitum!
Eso en lenguaje musical traduce MUCHO pero MUCHO silencio. ESE es el lugar sagrado en el que uno se encuentra consigo mismo. Haga el ejercicio de maravillarse ante el paisaje desnudo de su alma.

A menos, por supuesto, que le produzca vértigo y ataques de pánico lo que pueda hallar y tenga que refugiarse de inmediato en el trabalenguas auto-tuneado de turno…