Lo acontecido durante el fin de año e inicio de 2022, en torno a personas lesionadas en incidentes relacionados con pólvora, es sencillamente aterrador.
Para quienes somos padres, la seguridad de nuestros hijos es primordial, y cuando algo malo les sucede, sentimos su dolor como si fuera propio. Ese mismo sentimiento acompaña a los familiares y amigos que ven a un ser querido sufrir las consecuencias, muchas de ellas irreversibles, por haber manipulado elementos pirotécnicos sin ser una persona experta y capacitada para ello.
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Esto no solo reabre el debate sobre el tema de la pirotecnia en el país, sino que coloca de manifiesto la urgencia estatal de regular la fabricación, distribución, comercialización y uso de la pólvora en Colombia. Para dar muestra y justificación de ello, basta observar las alarmantes cifras, que evidenciaron un incremento de 449 casos de personas lesionadas por indebida manipulación de pólvora; pasando de 725 incidentes en 2020-2021, a 1.174 en 2021-2022. Peor aún, cuando nos detenemos en lo que acontece a menores de edad, evidenciándose un aumento de 115 casos, pasando de 249 a 364 respectivamente.
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Como he manifestado en reiteradas ocasiones, soy consciente de que la industria de la pólvora también genera empleos, ingresos económicos para muchas familias, y contribuye tributariamente para el sostenimiento del país. Sin embargo, la ausencia de una legislación clara y contundente, que regule debidamente esta actividad, está ocasionando que paulatinamente se incremente el número de colombianos que se ven afectados, directa o indirectamente, por accidentes relacionados con este tipo de elementos.
Es en este punto donde tenemos que dar un paso al frente. Y desde el Congreso de la República, promover una Ley que reglamente quiénes están autorizados para su fabricación; cuáles deben ser sus canales de distribución y comercialización y, por supuesto, qué características y requisitos deben cumplir aquellos que puedan hacer uso de este tipo de elementos. De esta manera, estaremos enrutando al país en una senda de prevención, de modo que podamos evitar al máximo los incidentes relacionados con pólvora.
Es momento de poner freno a una problemática silenciosa que viene creciendo a pasos agigantados. No permitamos que nuestros hijos, familiares y seres queridos, vean afectados su vida y su futuro, por una situación que podemos solucionar.
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