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No todo es tan malo

No todo es tan malo

La publicación del informe de las ciudades más violentas del mundo, elaborado por el colectivo mexicano 'Seguridad, Justicia y Paz', dejó un sinsabor sobre todo en el Valle del Cauca. Las dos ciudades más grandes del departamento se ubicaron entre los diez primeros puestos de esta deshonrosa lista.

Sin embargo, se debe tener en cuenta algo en medio de este panorama: Cali ha venido descendiendo de puesto en este informe. Según las publicaciones del colectivo, para el 2013 se cometieron 1.930 homicidios en la capital del Valle, ubicándola en un deshonroso cuarto puesto; pero en el 2014 reportaron 1.530 casos, es decir, 400 homicidios menos, lo que significó un descenso al puesto nueve y en 2015 la Sultana del Valle bajó más ocupando el décimo puesto con 1.523 asesinatos acorde a las cifras del colectivo.  

Frente a esto, la Alcaldía por su parte advierte que los números que expone el colectivo no son del todo acertados. Según la estadística que maneja la administración municipal en 2015 se registraron 1.372 homicidios, una amplia diferencia de 151 muertos menos con las estadísticas del listado, por lo que Cali quedaría aún más abajo en la lista de ciudades violentas.

Lo cierto es que geográficamente, la capital azucarera es una ciudad que reúne unas características importantes para las actividades ilegales, la cercanía al Puerto como salida al exterior, la proximidad a departamentos con alta presencia de grupos ilegales y cultivos de droga y el enquistamiento de una cultura mafiosa proveniente de un cartel tristemente célebre, hacen de la ciudad un lugar en donde confluyen muchos fenómenos violentos y obligan a las bandas criminales, grupos terroristas y demás organizaciones ilegales a hacer presencia y ganar territorios dentro del área urbana.

Lo anterior significa que la problemática local no es fácil de abordar y debe ser estudiada a fondo y tratada con toda la importancia del caso. No es suficiente con represión, ni con el mal llamado desarme, ni con sacar más Policía a las calles, ni con sacar el Ejército. Las acciones deben estar encaminadas hacia las oportunidades para muchos jóvenes en lugares vulnerables que necesitan presencia del Estado, acompañamiento y sobre todo una visión distinta de la que les ofrecen los delincuentes y que básicamente se reduce a dinero fácil, lujos y mujeres.

Y es que desafortunadamente en Cali se han presentado casi todos los fenómenos de la violencia: fleteos, asesinatos selectivos, pandillaje, microtráfico, extorsión, secuestros exprés, secuestros masivos, desplazamiento, atentados terroristas, entre otros. Y aunque infortunadamente en la mayoría del país se han presentado hechos similares, la ciudad tiene una triste tradición de aparecer en los titulares, estudios y listados referentes a la violencia. Todo lo anterior ante la mirada indiferente de muchos caleños que necesitan despertar y empoderarse de su ciudad.

Sin embargo, hay que ser justos y el descenso de Cali en esta lista en particular es algo de resaltar. Puede que la cifra siga siendo alta y lo ideal sería no aparecer en la lista como el caso de Medellín que este año no figura, pero claramente el esfuerzo debe ser mayor.

Estamos estrenando alcalde y uno de los grandes  retos que tiene es que la tasa siga a la baja, pero implementando estrategia nuevas, de fondo y no de forma, aplicar las soluciones represivas y restrictivas como medidas complementarias a la inversión e intervención social en casi toda la ciudad.

Desde esta columna he sido duro en algunos temas, pero considero que cuando hay que reconocer los logros se deben usar los mismos espacios en los que se critica y en este caso no todo es perfecto, pero tampoco todo es tan malo.