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Ni con palo no con rejo

Ni con palo no con rejo

Este viejo dicho popular "Dios no castiga ni con palo ni con rejo", aparece justo después que nos ha ocurrido algo malo, cuando a juicio del que lo pronuncia nos lo "merecemos" a manera de castigo por un mal comportamiento anterior. ¿Se rompió una pierna? Es que Dios no castiga ni con palo ni con rejo. ¿Lo echaron del trabajo? Es que Dios no castiga...

De manera que este es el dicho por excelencia para asegurar que Dios estáv igilándonos a toda hora, y que está listo a cobrarnos cada pecado, equivocación o error del pasado. Esta frase lapidaria es una sentencia sin juicio previo. Simplemente le pasó a usted lo que le pasó, porque Dios le está demostrando una vez más que no castiga ni con palo ni con rejo, sino con desgracias de toda índole.

Bueno, lo que creo es que ese dicho popular no es más que eso, un dicho callejero alejado de  toda verdad.  Creo que Dios no es un Dios castigador que está vigilándonos para caernos encima con desgracias indecibles ante la más mínima falta cometida. No creo que quepan en Él la venganza, ni la justicia de mano dura. Lo que creo es que Dios actúa como un verdadero Padre y no quiere para sus hijos ningún mal. Claro, quiere que aprendamos, pero no a base de castigos, ni a punta de dolor y lágrimas, sino de enseñanza, de acompañamiento, de permitirnos que en nuestro libre albedrío nos equivoquemos pero corrijamos el rumbo.

Cuando nos llega una enfermedad grave no es un castigo de Dios como a veces se cree. Busquemos por un momento las causas y veremos que con frecuencia, esa enfermedad es el resultado de una suma de factores como mala alimentación, excesos, vicios, estrés etc. Casi todo eso dentro del marco de nuestro libre albedrío, es decir, nosotros mismos tomamos decisiones de vida, que tal vez sin querer nos llevaron después a un cáncer, a un infarto o algo por el estilo.

Dios no necesita castigarnos para que aprendamos. ¿Qué padre quiere que su hijo tenga una enfermedad catastrófica? Ninguno. Lo que Él síhace es "usar" esas circunstancias dolorosas (enfermedades, crisis, separaciones, quiebras y demás), para llevarnos de su mano a aprendizajes superiores que en el futuro nos servirán para elegir mejor cuando haya dos o más caminos al frente. Aprendizajes que nos enseñarán también a comportarnos de la manera adecuada y a dar cada paso consultando con Él sus propósitos, para asegurar que vamos en la misma línea con su Santa Voluntad, que es buena, agradable y perfecta.

En suma, lo que Él hace con el dolor y la angustia que se nos presenten, es darle el mejor uso para que tomemos conciencia del verdadero valor que tienen las cosas, las personas y la vida misma. Él quiere enseñarnos el valor de la paz y el gozo que hay en la conformación de una familia. El tesoro de una esposa fiel, y el valor de unos hijos levantados con disciplina y mesura.  El poder que hay detrás del arrepentimiento genuino y el perdón. Quiere mostrarnos el valor de una vida sana y santa. El mérito que tiene lograr el éxito sin pararnos en los hombros de nadie. También el valor de cada centavo ganado de manera honesta, y al mismo tiempo el desdén hacia los excesos, los derroches y las desproporciones.

Dios quiere para sus hijos una vida plena, próspera, de éxito, de bendición. Con dificultades tal vez, pero con la certeza absoluta de que la fe, la paciencia, y la obediencia, son la fórmula para salir en victoria de todo mal, de todo peligro, de todo dolor.

Por lo anterior, puedo decir con certeza plena que Dios no castiga ni con palo ni con rejo, ni de ninguna otra manera. Dios no castiga nunca. Eso no estáen su naturaleza, porque Dios es amor, misericordia, reconciliación, refugio, esperanza, y un largo etc., de cosas maravillosas que sólo Él puede reunir como amo y Señor de todo el universo. 

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