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La lógica absoluta del grandísimo…

La lógica absoluta del grandísimo…

Especial para 90minutos.co

“Cagar es un placer,
de cagar nadie se escapa;
caga el rey, caga el papa,
caga el buey, caga la vaca,
y hasta la señorita más guapa
hace sus bolas de caca”.
Luis Felipe Fabre o Salvador Novo, es la misma mierda.

Y se me vino el mundo encima porque no dije culo. Sí, culo. Esa expresión tan coloquial que como las polisémicas hijueputa, marica o mierda, tiene tantas acepciones como intenciones o entonaciones usted tenga y le adjudique. Es de esas palabras que sirve para todo. ¡Culo e’ problema! Puede ser insulto o asombro, admiración o halago, desconcierto o decepción, enfado o contrariedad, beso o escupitajo. En suma: adjetivo o sustantivo. Como indio, negro o campesino, que en nuestro país pasaron de orgullosa condición a despectiva ofensa. Desde que los afables españoles llegaron a estas tierras e impusieron que “Al indo y al mulo, patada por el culo”. No dije culo por respeto al puñado de lectores que se flagela con mis garabatos cada semana y entonces un par de ellos me increparon por eso. Dije -escribí en la columna anterior- que a los gobernantes en nuestro país “les importa un soberano rábano ser descubiertos porque aquí no pasa un ¡masculino de Ana! aunque pase de todo. ¡Les importa un culo! Y debí escribirlo así. Y decirlo así. Y gritarlo así. ¡La cagué! Porque la figura literaria no es simple retórica sino asquerosa realidad.

Columna del día: A tres bandas

Colombia es un país curioso, por decir lo menos. Una de las sentencias macondianas más célebres del hombre que hizo de las metáforas y las hipérboles el sello personal de su particular estilo, unió dos de estas perlas semánticas en una sola frase: “El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo”. Una sentencia del Realismo Mágico (que no tiene nada que ver con Colombia, pues es el título y el tema de un libro de Franz Roh, publicado en 1925 en Alemania, que trata sobre una variante del expresionismo pictórico a principios del siglo XX, desde luego, en Alemania) que sin duda no perderá vigencia mientras existan los organismos vivos y los retretes. Sin ser un ‘gabólogo’ -así se autodenominan los confianzudos que le dicen “Gabo”, como si hubieran sido íntimos-, dos de las palabras que más refiere en sus libros son sopor y mierda. De hecho, con la segunda finaliza el que a mi humilde juicio -y el de él, no tan humilde-, es su mejor novela El coronel no tiene quién le escriba (1961). Luego de discutir con su mujer sobre qué vender en la casa para poder comer y haber llegado a la sin salida de vender el gallo de pelea o esperar a que éste ganara una riña, se lee:

– Dime, qué comemos.

– El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:

– Mierda.

Definitivamente un cierre como para fruncir culo, tan acertado como el nombre de un motel entre Guacarí y El Cerrito-Valle, que se llama Broche de oro. ¡Excepcional!

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Nos dejó dicho Jaime Garzón que “este país se escandaliza porque uno dice hijueputa en televisión, pero no se escandaliza cuando hay niños limpiando vidrios y pidiendo limosnas. Eso sí no, eso es folklore”. La trasgresión estética del arte que imita y celebra la vida en lo cotidiano, pareciera desdibujarse en la realidad. O, por lo menos, transfigurase. Esa propensión caricaturesca, esa pulsión creativa nacional para la mofa que todo lo vuelve chiste, dibuja como ratas a los políticos corruptos, como lagartos a los de poca monta que escalan en la miserable pirámide del poder, como cerdo a un presidente mezquino y sucio en su accionar que se revuelca en su ignorancia y en su soberbia, como sapos a quienes delatan, como micos a los colgandejos que les ponen a las leyes para aplicarlas a su amaño y como burros a quienes desde el lenguaje coloquial, en lo pequeño y en lo antipoético, soportan toda la ruindad de un pueblo condenado a su desidia.

Pero los escritores son otra cosa. Otros jumentos. Una especie rara. No son escogidos por la Divina Providencia, en la que la mayoría de ellos no cree, como bien nos recuerda la poeta uruguaya Idea Vilariño en un epitafio de antología: “Nada de cruces. No morí en la paz de ningún señor. Cremar”. Son más bien autocondenados que escogen la horca de repensar los caminos de la vida para guiar a la manada. No es un trabajo convencional, más bien un apostolado, una necesidad insoslayable, una vocación irrefrenable, incluso una tortura. No es un mero pasatiempo o una evasión al trabajo físico para ganarse el sustento, sino la más noble función del oficio: entregar el testimonio libre del tiempo que les ha correspondido vivir. Ya después el éxito, la fama o la gloria, pueden ser como pensaba Raúl Gómez Jattin, un almacén paisa, una carnicería en Manizales o unos pastelitos deliciosos que venden en Cartagena. Y Duque, el bobo con suerte -para desgracia de todos- que en cuerpo ajeno rige los destinos de esta nación, no incluyó en el grupo de los participantes en la Feria del Libro de Madrid, a varios de los más reconocidos escritores colombianos, a pesar de que somos el país invitado. Todo porque son críticos de su gestión. (Sería un exabrupto decir ‘su gobierno’). Y aunque le importó una mierda la república y la censura a sus escritores, quedó como un culo porque debió -presionado por las críticas acérrimas y las protestas de nacionales en Europa- cancelar la presentación de su bodrio sobre la Economía Naranja, que sólo le debe haber funcionado a él y a su caterva de naranjas podridas.

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Ya para finalizar esta escatológica diatriba en homenaje a la miríada de hampones que hemos dado en llamar ‘clase dirigente’, heredera de un par de damas –Las Ibáñez, Nicolasa y Bernardina- adelantadas a su tiempo, es decir, putísimas (en palabras de uno de sus descendientes, el recién fallecido Antonio Caballero Holguín), me permito trascribir una décima deliciosa, arrancada de las entrañas patrióticas de un señor escritor como don Clímaco Soto Borda, satírico, bohemio, irónico y genial, que dedico con encono a todos los HP´s, Honorables Padres de la Patria:

“Si pública es la mujer

que por puta es conocida,

República viene a ser

la puta más corrompida.

Y siguiendo el parecer

de esta lógica absoluta,

todo aquel que se reputa

de la república hijo,

deber ser, a punto fijo,

un grandísimo hijueputa”.

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