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La importancia de rendir cuentas

La importancia de rendir cuentas

Cuando llegamos a adultos y nos desprendemos tarde o temprano de la potestad de nuestros padres y de la dependencia a ellos, muchos empezamos una nueva vida en la que dejamos de rendir cuentas. No rendimos más cuentas a esos padres, pero tampoco rendimos cuentas a nadie más, porque ya somos grandes, autosuficientes y responsables.

Y si tenemos la fortuna de empezar un matrimonio, es muy probable que tampoco rindamos cuentas a nuestra pareja. ¿Para qué? ¿A cuento de qué?

De ese modo alcanzamos "la independencia". Un estado en el cual cada hombre y/o cada mujer hace lo que quiere. Punto. Sin consultar, sin preguntar primero, observando sí unos mínimos de comportamiento en sociedad, pero al fin de cuentas solos, actuando según nuestro parecer, según nuestra propia (y muchas veces única opinión).

Vamos por el mundo tomando decisiones según nuestro libre albedrío, según nuestra experiencia, según nuestro sexto sentido, según nuestra habilidad natural, etc., etc. Y muchas veces acertamos, pero otras tantas nos equivocamos. Y cuando esto último ocurre, le echamos la culpa a las circunstancias, a la mala fortuna, a los demás o a la sociedad. A quién sea, pero casi nunca a nosotros mismos. Nos cuesta aceptar que el resultado habría sido mejor si hubiésemos pedido ayuda, si hubiésemos consultado con alguien. Si hubiésemos demandado consejo. En resumen si estuviésemos rindiendo cuentas a alguien.

Pero entonces viene la pregunta: ¿rendir cuentas a quién?

Respuesta: En estos tiempos en que las tentaciones del mundo actualestán ahí al alcance de la mano, Satanás está trabajando tiempo extra para "ayudarnos" a tomar decisiones de manera más fácil, por el camino más corto, sin tantas "complicaciones". Quiere que nuestras vidas sean "sensacionales", que seamos "independientes", que nos devoremos el mundo de los negocios, del poder, del sexo, de los placeres. Quiere en fin, que no rindamos cuentas a nadie, porque con nuestra propia opinión basta y sobra.

A Satanás no le importa que tengamos a alguien con quien contar, cuando enfrentemos "sus" tentaciones que amenazan nuestras vidas espirituales.

Si por un momento pensamos que estamos en una batalla contra las fuerzas oscuras de las tinieblas, debemos procurar tanta ayuda como podamos reunir a nuestro alrededor.

Y por supuesto estarán ahí personas valiosas: padres, hermanos, esposo (a), amigos verdaderos, líderes espirituales etc. Sin embargo, nada ni nadie podrá jamás reemplazar al mejor de todos, al Espíritu Santo de Dios: amigo incondicional, consolador perfecto, protector permanente, consejero sabio, y alentador excepcional.

En Efesios 6:13 La Biblia nos exhorta a equiparnos con todo el poder que Dios nos proporciona para pelear esa y todas lasbatallas:“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.

Sin embargo, debemos recordar que somos humanos y no siempre podremos ser capaces de resistir las tentaciones de Satanás. Así que ¿qué más podemos hacer para permanecer firmes contra el mal y la tentación? Sabemos que es muy posible que la tentación llegará de nuevo.

Satanás conoce nuestras debilidades, y sabe cuando somos vulnerables. Él sabe cuando una pareja de casados se pelea y uno de los dos o ambos piensan que quizá una tercera persona pudiera comprenderlos mejor. Él sabe cuando un niño ha sido castigado por sus padres y puede sentir rencor en su corazón. Él sabe cuando las cosas van mal en el trabajo, y nos recuerda que hay un barcamino a casa.Sabe también que si nos habla al oído, puede llevarnos a hacer eso oculto que nos avergüenza y hacernos creer que nadie jamás se enterará.

Por eso siempre debemos andar por la vida en equipo, rindiendo cuentas (en el mejor sentido) a quienes amamos y nos aman: Tal y como Él mismo nos invita a hacerlo en Hebreos 10: 24 "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras".

-Y además, comencemoscada día caminando con nuestro mejor amigo: el Espíritu Santo de Dios.

-Recordemos que es Dios en su infinito poder, quien con nuestraconfesión de fe, puede transformar nuestras vidas.

-Animémonos unos a otros (nuestro equipo para rendir cuentas) en amor, exhortándonos unos a otros en oración y compañía.

-Y por último, esforcémonos auténticamente para no pecar, y ayudemos a otros para que tampoco lo hagan. Eso sin duda, dibujará una hermosa sonrisa en el rostro de Jesús.