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La culpa no es de Facebook, mis queridos padres

La culpa no es de Facebook, mis queridos padres

Durante esta semana Cali se vio consternada tras conocer un hecho, que no es nada nuevo, pero que se estaba convirtiendo en “tendencia” entre los jóvenes caleños: Les estoy hablando ‘cutting’, que consiste en la autoflagelación haciendo uso de objetos cortopunzantes para generar heridas en diferentes partes de cuerpo, preferiblemente piernas, antebrazos y muñecas.

La encargada de denunciar el fenómeno fue la Personería de Cali, la cual afirmó haber recibido un total de 13 casos de jóvenes que estarían accediendo a autoagredirse.

Vea aquí la noticia para que siga leyendo con conocimiento del tema:

Sin embargo, lo que más me interesó del tema fue el factor que vinculaba a Facebook con estas prácticas. Según la entidad, sería a través de una ‘Fan Page’ que los jóvenes son incitados a cometer dichos atentados contra su propia integridad.

Cuando supe del tema, lo primero que pregunté fue si se conocía, de pronto, si los jóvenes eran fans de One Direction. Y usted se preguntará ¿por qué la afición a una boyband, que bien podrían considerarse unos ‘Menudo’ modernos (para que los padres me entiendan), podría llevar a una persona a hacerse daño?

Pues, justamente pregunté esto porque algunas semanas atrás, cuando Zayn Malik, uno de los integrantes del grupo ‘Sensación del Momento’ hizo efectivo su retiro; unas de las tantas reacciones de los fans o ‘directioners’  fue promover una campaña de autoflagelación a través de redes en protesta contra su salida o, más bien, exigiendo su inmediato regreso.

Si usted “guglea” sobre el tema encontrará  cataratas de medios hablando de esto y las propias fotografías de cortadas de los fans con frases como: “Si Zayn no regresa, eventualmente voy a morir" o "Si mis lágrimas no son suficientes para ti, tal vez mi sangre lo sea" como lo revela La Prensa.

Pero al final de cuentas, en el caso de Cali, no se trata de una afición a una banda, sino más bien de un culto al dolor, la depresión y la soledad, promovida a través de una Fan Page, de las tantas que hay en Facebook, creada por algún joven o jovencita (no necesariamente de Colombia) que invita a otros miles de adolescentes a sufrir dolor físico a fin de “aliviar” el dolor psicológico y social del que son víctimas.

Al conocer esto y si usted es padre o madre, creerá que lo mejor que se puede hacer es prohibir a sus hijos que hagan uso de Facebook u otras redes sociales, ya que con esto acabaría con el problema de la autoflagelación de raíz. Pero no se engañe.

Primero porque el problema no es tan nuevo como parece, de hecho hay artículos de muchos años atrás que ya hablaban de esto como tendencia, incluso en el 2.008, cuando Facebook apenas era conocido en Colombia, lo cual no garantiza que este fenómeno no toque a las puertas de su casa a través de otros medios, que incluso pueden incluir la simple interacción con compañeros de clase, así que tendría que meter a sus hijos en una burbuja, a lo Bart Simpson. Segundo, y más importante,  porque el problema no está en internet y las redes sociales, sino en su propio hogar.

Según lo que las diferentes autoridades han dado a conocer sobre las causas de la autolesión, se puede concluir que gran parte se pueden enmarcar en el poco apoyo, afecto, comprensión e, incluso, tiempo que los padres y madres comparten con sus hijos e hijas. Y más en un momento de gran vulnerabilidad como lo es la adolescencia, etapa en la cual, según las estadísticas, se encuentran la mayoría de los jóvenes que acceden a autoflagelarse.

Así lo indica un estudio publicado en la revista británica The Lancet, el cual afirma que “uno de cada 12 jóvenes realiza algún tipo de autolesión cuando tienen menos de 18 años” y que en su mayoría serían mujeres las que acceden a esta práctica. En plata blanca: por cada 4 niños hay 10 niñas. (Pulse aquí para ver la nota de CNN México que está en español y no hay que pagar.)

En esta etapa, y más en una época en donde “el sentido de la vida” ha perdido sentido, donde los jóvenes construyen su identidad con base en banalidades (en las cuales yo incluyo el fanatismo a One Direction), donde los valores son considerados anticuados y, para colmo de males, la familia ha perdido el valor que tenía; es en este momento donde más debería manifestarse el apoyo y acompañamiento del núcleo familiar hacia los jóvenes y jovencitas.

Pero, por el contrario, los padres han venido entregando su responsabilidad a otros, aquí entra la internet, la televisión e incluso los maestros. Esto último quedó en evidencia con el pasado paro de profesores, cuando vimos que los padres de familia clamaban porque se levantara el cese. Me atrevería a asegurar que muchos no anhelaban esto porque les preocupara la educación de sus hijos, sino porque ya no sabían qué hacer con ellos en casa.

Sí, entiendo que muchos deben trabajar para poder sustentar a su familia, pero esto muchas veces se convierte en una excusa en la cual muchos padres y madres se escudan para considerar que han cumplido con la labor, pero se olvidan que los hijos no sólo necesitan comida, ropa y cosas, sino también afecto, ser escuchados, ser amados.

Al sentirse solos enfrentándose a este mundo inclemente, con facilidad caen en las diferentes ofertas de “placebos” que existen para “aliviar el dolor de existir”: drogas, alcohol, desorden sexual, crimen y, por qué no, el suicidio.

Esta despreocupación por los hijos queda aún más en evidencia con la denuncia posterior que hace el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, entidad que asegura que han sido los colegios quienes han dado parte a las autoridades sobre los casos de menores autoflagelados y no los padres.

Vea aquí la nota

Mi intensión con esto no es condenar ni crucificar a los padres y madres o como dicen popularmente “Enseñarle a mi papá a hacer hijos”, porque, aunque no soy padre (pero anhelo algún día llegar a serlo), comprendo que no es tarea fácil y que prácticamente es un sacrificio donde renunciamos a nuestras propias vidas para sacar adelante otras, sin la seguridad de que nos agradecerán siquiera por esto. No, mi intención es despertar la conciencia sobre la necesidad de que nos hagamos responsables de los nuestros y no le dejemos la tarea a otros.

Esto para que no lleguemos al punto al que llegó un padre estadounidense, quien obligó a su hijo a destruir su XBOX One (¡Con una porra!), después de que el menor sacara malas calificaciones en el colegio. Aunque el menor alegaba que "no era su culpa" sino "de sus proferores".

No hay que desconocer que la reacción también podría considerarse favorable para el padre, quien no fue a enfrentar o incluso demandar a los maestros, como pasa actualmente, y tampoco hizo uso de la agresión física, aparentemente. Sin embargo, no soy experto en derechos de los niños y no podría afirmar si esta sea una práctica loable. "para que yo lo hable". 😉 

Pero queda la pregunta que muchos usuarios de redes se hacían al ver el video: ¿Dónde estuvo este padre durante las horas posteriores a la clases, cuando tendría que haber acompañado al menor en el desarrollo de sus tareas y de esta forma evitar que éste perdiera tiempo con los videojuegos y por consiguiente sacara las malas notas? Allí les dejo para que le echen cacumen.

El hecho quedó registrado en un video grabado por el propio progenitor, que posteriormente fue subido a Youtube, al parecer por un tercero, donde se convirtió en tendencia esta semana. (Si usted es un ‘gamer’ con problemas del corazón o similares, absténgase de verlo. No me hago responsable de lo que le pase)

Finalmente concluyo, la culpa no es de la tecnología, ni de Facebook, mis queridos padres y madres. La culpa o más bien la responsabilidad del uso que hagan nuestros hijos e hijas (los futuros en mi caso) de estas herramientas tecnológicas es de los que hoy son padres y madres y de los que en un futuro llegaremos a serlo. ¡Dios quiera!

 

Capsulita ‘geek’:

Si usted quiere escaparse un ratico de sus obligaciones de padre o madre (¡Ojo! Pero solo por un ratico), le recomiendo que vaya a cine y se vea Mad Max: Fury Road.

Recomendada. Pero siento que Charlize Theron fue la protagonista y no Tom Hardy (Mad Max), a éste lo vi más como "el ayudante" de la historia, aunque tiene momentos en que su papel toma gran importancia.

Grandioso saber que Hugh Keays-Byrne, quien hace del villano de ésta, también fue antagonista en la clásica película de Mel Gibson.