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Forajidos en dos ruedas, sin Dios ni ley

Forajidos en dos ruedas, sin Dios ni ley

Blog de Carlos Polanco

Hace un año publiqué una columna en el periódico ADN con el mismo título de la que hoy escribo. En ese momento, me preocupaba el delito rampante de muchos motociclistas sobre la autopista Simón Bolívar. Esa vez contaba cómo, en cada semáforo o parada, al escuchar el ruido característico de esas motos de dos tiempos, como un avispón asesino, el miedo y la paranoia me invadían.

Tiempo después, empecé a ver puntos de control de los guardas de tránsito en unos lugares de mi recorrido y en esos sitios, una fila de motos subidas en un remolque de cama baja.  Al principio me sentí seguro de nuevo, pensé lo bueno que era que por fin retomaran el control de las vías; sin embargo, un año después, esas acciones se volvieron "paisaje".

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Ahora, en el mismo recorrido, veo como los forajidos que transitan con las placas levantadas, alteradas, tachadas, ilegibles, algunos sin placa, sin casco, con parrillero hombre, con tres y hasta cuatro pasajeros, con el casco y el chaleco que no coincide con la placa; mejor dicho, con la cantidad de contravenciones que uno se pueda imaginar, hacen piruetas para evitar los puntos de control.

Es normal ver cómo ante el trancón que se forma en el puente de los Mil Días, sobre la calle 70 en el Cementerio Metropolitano del norte y entre la carrera 70 y 80 en el sur, sobre la Avenida Simón Bolívar. Los motociclistas se devuelven en contravía, se suben a los andenes o al sardinel o simplemente bajan al parrillero para que pase a pie y así evitar las acciones de las autoridades.

¿No será este el momento de replantear estas acciones que se volvieron "paisaje"? Si los puntos de control siempre están en el mismo sitio, los infractores simplemente los evitarán.

Lamento decirlo, pero ahora, en el mismo trayecto, muchos de estos salvajes continúan haciendo de las suyas y en el interior de las comunas es aún peor, la situación es realmente crítica: hay barrios de la ciudad en donde las leyes de tránsito no existen.

Esas pequeñas calles poco transitadas son territorio abandonado en materia de normas. Por la entrada al barrio Floralia, por ejemplo, jamás se ve un guarda, salvo los que van para su casa, ¿No sería muy efectivo hacer una operación en un barrio en donde abundan las motos y las personas que infringen tanto las leyes de tránsito?

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No podemos seguir a merced de los forajidos en dos ruedas que burlan todas las leyes, transitan sin precaución y ponen en peligro la vida de peatones, conductores y cuanta persona o animal se les atraviese por delante. Eso sin hablar de los delincuentes que, valiéndose de la facilidad para escabullirse de las motos, utilizan este medio para atracar en los semáforos o andenes.

Adelante el pico y placa para motos, más controles para los que alteran las placas y cascos y definitivamente más acción en los barrios. Las pequeñas calles no pueden seguir siendo caminos del viejo oeste en donde los forajidos conducen bajo sus propias leyes.

La opinión de los blogueros no refleja el pensamiento editorial de 90minutos.co

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