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Emcali, de patrimonio de los caleños a fortín de contratación

Emcali, de patrimonio de los caleños a fortín de contratación

Desde hace años nos hemos venido planteando que Emcali debería ser una empresa mucho más sólida, fuerte y representativa para el desarrollo de la ciudad. Y es que no hablamos de una empresa pequeña; dentro de las 500 empresas más importantes del Valle, es la cuarta por resultados, con más de 2.3 billones de pesos de ingresos anuales a 2019, convirtiéndose también en la cuarta empresa de servicios públicos del país, detrás de EPM, Grupo de Energía de Bogotá y su filial de Acueducto y Alcantarillado y la antigua Electricaribe. Hablamos de una empresa de primer nivel, que durante años ha padecido la ausencia de un gobierno corporativo y de las decisiones no siempre técnicas de los gobiernos de turno.

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Mientras el Grupo de Energía de Bogotá le dejó a la capital de la República unos ingresos anuales de casi dos billones de pesos, Emcali apenas le entregó a la ciudad cerca de 10.000 millones de pesos, como lo reportó la gerencia general de la compañía. Sin embargo, el tema no solo parece corresponder a una falta de estrategia corporativa que maximice los resultados operacionales de la empresa. De hecho, hemos evidenciado una equivocada política de contratación que está convirtiendo a la principal empresa de los caleños en un comodín para ejecutar recursos y hacerle el quite a la norma.

Recientemente se conoció la existencia de dos convenios interadministrativos entre la Secretaría de Infraestructura y EMCALI para el mejoramiento de la malla vial: el primero, por $1.482.819.736, y el segundo por $1.420.319.229, para un total de $2.903.138.965. En principio, esto no parece revestir mayor trascendencia y parece un asunto rutinario, pero al ir un poco más allá, nos damos cuenta de que estos procesos contractuales exceden el tope de los 1000 salarios mínimos mensuales legales vigentes, lo que obliga a que se saquen a licitación y por esa vía se adjudiquen las obras. Convertir a EMCALI en una empresa que permita contratar a dedo los distintos proyectos de la Alcaldía es una jugada peligrosa y que en poco contribuye a la necesidad de hacer más competitiva y rentable a la empresa.

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De un corto análisis, al revisar los procesos de contratación más cuantiosos de EMCALI, se encontraron cinco procesos de contratación con un único proponente. Son procesos de 1000, 3800, 3500, 18 mil, 17 mil, y de hasta 22 mil millones. Lo que cuesta creer es que en contrataciones tan atractivas y con tantos agentes y competidores en el mercado solo se presente un contratista que cumple con todos los requisitos de los pliegos de condiciones. Esto genera alarmas, más aún cuando el pasado 20 de abril la Contraloría General de la República, decidió decretar la intervención sobre 11 Convenios Únicos de Recursos (CUR) cuya ejecución está a cargo de EMCALI, teniendo en cuenta el origen de los recursos, el impacto social y económico en el ámbito local.

En el pasado hemos ya visto esta situación con otras entidades. Específicamente, con la Empresa de Renovación Urbana- EMRU, con la cual durante la primera Administración del hoy alcalde Jorge Iván Ospina se solía usar para ejecutar contratos que, en condiciones normales, debían haberse adjudicado en un concurso público con varios proponentes. Hoy, luego de que el Concejo ampliara el objeto social de EMCALI a finales del año pasado, vemos con desconfianza la misma situación con la empresa de servicios públicos, donde se están celebrando convenios interadministrativos para la ejecución de obras de infraestructura que, en principio, deberían ser contratadas por licitaciones públicas; y en aquellas que se abren a concurso, sospechosamente solo llega un proponente.

Aquí nos quedan dos grandes preocupaciones. Por un lado, el hecho de que la contratación interadministrativa se esté convirtiendo en una vía fácil para prescindir de las licitaciones y de los concursos públicos que aseguran mayor cantidad de proponentes y ofertas para optimizar los recursos públicos a través de una mejor relación precio- producto y, por el otro lado, queda el sinsabor de que la empresa pública más importante del suroccidente colombiano se esté manejando sin una estrategia que la haga rentable, sostenible y le aporte a los caleños los recursos necesarios para financiar obras claves para el progreso de la ciudad. Parece que a Emcali, que debería ser un patrimonio de los caleños, hoy lo están convirtiendo en un fortín de la contratación.

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