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El riesgo de tener éxito

El riesgo de tener éxito

¿Qué es más fácil administrar: la abundancia o la escasez? Y tal vez la respuesta rápida sea ¡la escasez!, pero luego de pensar un poco quizá las respuestas estén divididas, porque lo cierto es que ambas circunstancias tienen sus propias dificultades.

La escasez no es fácil de llevar, y menos si es por largos períodos de tiempo (meses, años o toda una vida). No tener, causa sentimientos dolorosos de diversa índole: frustración, angustia, complejo de inferioridad, y en muchos casos desespero. Cuando nos hace falta, cuando no podemos soñar, cuando simplemente "no hay", la vida es dura, muy dura.

Pero tampoco la abundancia es fácil de manejar. ¿Porqué? Porque en la abundancia, sobre todo después de la escasez, puede venir el descontrol, el desenfreno, el "desquite" de no haber tenido y ahora sí tener. La abundancia puede traer la trampa de la recaída. Cuántos casos hemos visto de "nuevos ricos" que en unos pocos años regresan a la pobreza.

En fin, la pobreza y la riqueza se igualan cuando decimos que una y otra necesitan ser administradas con sabiduría. "Es mejor ser rico que pobre" decía un personaje de nuestro folclor; y yo agregaría que sí, en la medida en que sepas administrar.

"Si el diablo no te destruyó en el fracaso, tratará de hacerlo en el éxito". Esta frase es total y peligrosamente cierta. Si en los tiempos de escasez logramos sobrellevar con dignidad la vida y pasar la prueba, es probable que el enemigo nos ataque en la abundancia. Y es porque allí cuando se presentan el despilfarro, la soberbia, la autosuficiencia y tantos otros bichos similares, nos damos a pensar que ahora sí tenemos el mundo a nuestros pies y que  podemos hacer y deshacer con total impunidad. Pareciera que el dinero nos diera una patente de corzo para actuar de manera desmesurada y loca, haciendo de nuestra vida y la de los demás un carrusel que no puede terminar sino de una sola manera: mal.

El dinero mucho o poco es una bendición, y como tal debe ser tratado: es decir con mesura, con prudencia, con inteligencia y por supuesto con sabiduría. Tal vez es ese el camino a la felicidad, que no es otra cosa que lo que Dios nos viene diciendo hace más de 2000 años en su palabra: «Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.»Filipenses 4:12 RVR1960

De manera que el asunto no es tener, sino saber tener, disfrutando lo poco o mucho que la vida nos da, entendiendo que en toda circunstancia, buena o mala, y aún en la cima de la abundancia, es necesario pedir a Dios su guía constante, para caminar por dónde Él nos muestre, y no por donde nuestra propia opinión viciada y miope nos pretenda llevar.