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El día D

El día D

Blog de Lizandro Penagos

Todo lo que aquí se diga sea en honor de aquellos periodistas que perdieron la vida en ejercicio de su labor. También para todos los que por el solo hecho de hacer bien su trabajo han sido amenazados, despedidos, ultrajados, censurados, exiliados y señalados de cualquier cosa que atente contra su dignidad y profesión. Pero qué digo profesión, de su oficio, como quiso Ernesto Samper cuando en su gobierno eliminó la tarjeta profesional. A mí me da igual: profesión u oficio. Pero no a la ley o al salario digno. Tampoco a la academia o las salas de redacción.

Un ingeniero necesita tarjeta profesional, así se le caiga el Chirajara. (Consorcio Coviandes). Un abogado necesita tarjeta profesional, aunque no responda sobre la tarjeta de propiedad del avión privado en el que vuela. (Abelardo de la Espriella) Un contador necesita tarjeta profesional, así le haga la declaración de renta a un ex presidente que se ha negado a hacerla pública. (Álvaro Uribe). En fin, todo lo que aquí se diga sea en honor de todos estos periodistas.

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Pensarán ustedes que el listado es enorme. No, al contrario, es muy pequeño. Casi minúsculo. Aunque en Colombia periodista puede ser cualquiera, lo que supondría que hay muchos, el listado es de lejos más reducido que el de los comunicadores asesinados desde 1977: 152, en 38 años. Buenos periodistas, lo que se dice buenos, pocos, muy pocos la verdad. Por eso Alfredo Molano con un descarnado sarcasmo asegura que en Colombia cada vez matan menos periodistas. Es que cada vez hay menos, sentencia.

Hace una semana en una clase llamada Periodismo, Memoria y Paz, hice un ejercicio simple. Proyecté fotografías de los rostros de un grupo de periodistas que han marcado la historia reciente de este país con sus trabajos: Guillermo Cano, Alfredo Molano, Fernando Garavito, Jineth Bedoya, Germán Castro Caycedo, María Teresa Herrán, Raúl Echavarría Barrientos, Patricia Lara, Olga Behar, Gonzalo Guillén, Javier Darío Restrepo, Antonio Caballero y Daniel Samper, el papá del youtuber de 40. Sí, el hermano de Ernesto. Nadie es perfecto. El resultado, nefasto. Desconocidos totales. Carita de asombro en el WhatsApp.

Había otros personajes allí: expresidentes, escritores, comandantes guerrilleros, políticos, narcotraficantes, paramilitares, congresistas, un par de artistas y los ´cacaos´, los dueños del país, las cabezas de los cuatro grupos económicos que manejan esta nación y rinden homenaje a House of cards. Aunque más que un castillo de naipes, nuestra realidad es una chocita de adobe y todos aquí sabemos que el adobe original es tierra, paja, sangre y mierda. Boñiga, por si a alguien se le estremecieron las entrañas. De este grupo tampoco sabían. No los conocían. Una niña balbuceó ante la foto de 'Tirofijo' muy joven: ¿Es Cantinflas? Casi lloro. Luego, como ustedes, me reí. Como de la frase de Arturo Pérez Reverte: “Nos mean y la prensa dice que llueve”.

¡Periodista, estudia! ¡Hazte bachiller! Y los periodistas se reían. Así como el país cuando a través de sus personajes le decía a Colombia: ¡la política es una farsa! Sí, las frases son de Jaime Garzón. Una serie dice rendirle homenaje. Su vida convertida en melodrama. Es ficción, pero ojalá cuenten la vida del hombre y no sólo de la figura pública. Hasta ahora, como sentenció un meme: que RCN haga la vida de Garzón, es como si un canal neonazi  hiciera El Diario de Ana Frank. Nunca como en la era de la información, habíamos estado tan desinformados, nos recuerda el maestro Eduardo Galeano.

No he hablado ni de libertad, ni de independencia. Según Gerardo Reyes -el único periodista colombiano que se ha ganado el Premio Pulitzer- simples comodines retóricos para escribir discursos el Día del periodista. Día que los periodistas siguen celebrando hoy, 9 de febrero y no el 4 de agosto. Y ojalá lo celebran con honestidad. Con trabajo e investigación. Con conciencia de este privilegio de muy pocos, extraordinario y terrible, de ser testigo directo de la escritura de la historia.

El Día del periodista tradicional recuerda el miércoles 9 de febrero de 1791, cuando circuló el Papel Periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá, primer semanario en la historia de Colombia, fundado y redactado por un cubano, don Manuel del Socorro Rodríguez. La Ley 918 de 2004 pretendió trasladar el Día del periodista para el 4 de agosto, en frustrado homenaje de Álvaro Uribe Vélez al Prócer Antonio Nariño, pues resulta muy obvia la alusión del dueño de El Ubérrimo, a la cuarta edición de La Bagatela, que contenía una perla que bien aplicó –y dos veces– Don Álvaro: “Dictamen sobre el gobierno que conviene al Reino de la Nueva Granada”.

Uribe, que habitó por espacio de ocho años la que fuera la Casa de Nariño (no es una ironía, era su casa de habitación), desconocía tal vez que don Antonio –de buena cuna y fortuna– no amaba el periodismo, sino los negocios. Tampoco a la patria, por entonces. Como hoy es costumbre, desde el cargo de tesorero de diezmos del arzobispado, regidor y alcalde mayor provincial, Nariño utilizó los dineros públicos para beneficio personal y se convirtió en el mayor exportador de quina, café y té de la capital neogranadina.

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Pero no había banca en línea, ni transferencias y menos avanzados procesos de canje. No alcanzó a reponer los dineros del erario y tampoco a retirar las copias de los Derechos del hombre y del ciudadano con cuyo escándalo pretendía contrarrestar el personal. Fue a la cárcel y allí –en medio de muchos males físicos–, se contagió de uno espiritual, del mismo padecimiento que sufre Uribe: patriotismo exacerbado.

Con una biblioteca que contaba con más de 2.000 volúmenes, amén de poseer la única imprenta de la ciudad, pues la de los jesuitas se había dañado, Nariño lo tenía todo, lo perdió todo y solo le quedaba luchar por los demás para beneficio propio. Pasó a la historia. Fue sin duda un gran político y un avezado estratega que fungió de periodista.

Por eso seguimos celebrando, el 9 de febrero y no el 4 de agosto, el Día del Periodista. Ya veremos cuando llega el día D, ese día en el que el periodismo combata la ignorancia, el facilismo servil, la manipulación estratégica, la superficialidad, deje de ser una correa de transmisión del poder y de tratar la información como un negocio, y siga siendo la forma más divertida de ser pobre: un verdadero servicio público.

A propósito de esta fecha, el Programa de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Autónoma de Occidente invita el viernes 9 de febrero a la Cátedra Semana:

Universidad Autónoma de Occidente

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