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Ejercicios de libertad

Ejercicios de libertad

“No podemos seguir haciendo lo mismo durante décadas y esperar resultados diferentes”, dijo, entre otras cosas Barack Obama, presidente de Estados Unidos, al anunciar la normalización de relaciones con Cuba, luego de un bloqueo de 50 años.

Haciendo algo diferente, Obama nos muestra, una vez más, que sólo quienes se atreven, aquellos que ejercen el derecho a la libertad, desde los más profundos principios del ser humano, pueden inscribir su nombre en la historia.

Él lo ha logrado. Contra todos los pronósticos se convirtió en senador estatal. No se amilanó, años después, cuando perdió las elecciones al Congreso ante Bobbie Rush. Por el contrario, aprendió de sus errores de campaña y en las elecciones siguientes aspiró al Senado de Estados Unidos, por Ilinois, saliendo victorioso, también contra todo presupuesto.

Como si esto fuera poco, luego de un período en el Senado, Barack Obama decidió presentar su nombre para disputar la nominación del Partido Demócrata. Para ello tendría que superar el gran escollo que constituía su rival: Hillary Clinton, a quien dejaría en el camino, para luego ganar la Presidencia de Estados Unidos.

Histórico, ejemplar. En nuestro caso, los afro de Colombia y, por lo que conozco, los de América Latina, por años venimos repitiendo las mismas acciones, a la espera de un resultado distinto. Hay poca innovación en las formas de lucha por las reivindicaciones. Nos falta creatividad y decisión a la hora de emprender nuevas maneras en la búsqueda de una realidad distinta para nuestra comunidad.

Por eso la historia se empeña en demostrarnos que debemos ser más atrevidos. Que no hay opción distinta a practicar la libertad de forma que podamos vivir como ciudadanos de primera, acatando las normas, pero con los mismos derechos y oportunidades que el resto de la sociedad.

Hemos sido vacilantes a la hora de optar por el poder político y económico. Nada de riesgos. Nos ha dado temor salir de esas falsas zonas de confort y nos acomodamos a las estructuras tradicionales, sólo con el propósito de resolver nuestros asuntos personales.

Los negros de América Latina no hemos estado en la agenda de nadie. Nada importamos a la izquierda y menos a la derecha. Hacer algo distinto para que nuestras vidas cambien implica organizarnos mejor y fortalecer nuestra vocación de poder.

Nos obliga a no conformarnos con migajas y estar vigilantes para impedir que los engañadores de siempre sigan desperdigándonos hasta hacernos tan débiles como hoy somos. Las nuevas generaciones necesitan de nuestro compromiso. Ningún Santos, ningún Uribe, ningún Pastrana cambiará nuestra historia. La decisión es nuestra.