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Bienvenida la negra del Chontaduro a las calles de Cali

Bienvenida la negra del Chontaduro a las calles de Cali

En el año de 1992 en el Club San Fernando de Cali surgió la idea de un grupo de directivos secundada por jóvenes socios, de esta "otrora" institución tradicional, para adelantar una campaña para regalarle un monumento a Cali y así celebrar los cincuenta años de existencia en ese momento de este club.

La idea caló y como nunca había pasado en el San Fernando, fueron llegando los aportes, desde toda la ciudad, sin importar que fuera una iniciativa de un club privado, a unas cajas que estaban en la portería de ingreso, vigiladas por el famoso Vergara. Tal vez el portero más "fregado" de Cali, por devolver de las fiestas a quienes querían colarse, en esas épocas.

La campaña fue ganado en optimismo, domingo a domingo, por los alrededores del samán que a varias generaciones les brindó su sombra y que inspiraron desde la tradicional canción San Fernando de Lucho Bermúdez, aquella de que dice: "es el club más popular de esta tierra soberana". Y de una idea cívica se pasó a la recolección de llaves, candados y otros elementos para que fueran el insumo para ese monumento.

La iniciativa se convirtió  en realidad. Una negra del chontaduro, de bronce ocre y vistosa, un homenaje a esas mujeres que con sus canastas multicolores en las décadas anteriores, se dedicaban a contonearse por Cali vendiendo chontaduros, algo que nunca se vio en Bogotá, Medellín y menos en los yores, fue gestándose. Una negra, así como las que proliferaban vendiendo chontaduro, con algunos kilitos de más, con una tímida sonrisa y con ese olor a esa ciudad que antes no estaba tan contaminada, que era muy cívica y más tranquila. La obra de un la artista caleña Alicia Tafur fue una realidad.

En esa campaña una iniciativa fundamental fue la del ejército que donó 900 kilos de casquillos de las balas de los polígonos, para que la negra pudiera terminarse. Fue como la pirinola, “todos ponían y todos ganaban”

La entrega al club de la Negra del Chontaduro fue todo un suceso. Guayaberas blancas fueron y vinieron. Discursos y ofrecimientos. Pero como ocurre lastimosamente en los “choques de egos”, la Negra del Chontaduro no pudo ser instalada en sitio alguno. A Cali el quedaba grande que un monumento de este tipo fuera vistoso.

La Administración municipal de entonces, y ninguna durante 23 años,  le encontró un sitio y hasta se hicieron foros, con pandebono y café en los que se habla mucho y se decidió poco, sobre cuál era el mejor lugar para exhibirla, pero no llegaron a ningún acuerdo. Incluso, en esa época la negra fue criticada porque sus rasgos eran muy finos por algunos, es decir, querían una negra más adusta? “Mejor chicho la sucursal de la crítica”

Desde que llegó , la negra se quedó en el Club, como testigo de su ocaso, la huelga de trabajadores, el concordato, posterior cierre y la caída de un  estilo de vida,  el que los clubes  San Fernando, la Ribera y  el antiguo Cañasgordas, cerraros sus puertas, así como las grandes casonas y algunos restaurantes tradicionales , como una semblanza de una clase media caleña, sumergida en una crisis económica coyuntural, desde el año 1995 al 2003, en la que lo primero que se cayó fue la vida social de club. Sobreviviendo el Campestre, que tuvo que salir a vender terrenos, el Shalom que de exclusivo para la comunidad judía paso a ser más abierto, el Farallones que también optimizó el mercadeo y el Colombia.

La negra tras el cierre y el derrumbe del San Fernando estuvo guardada en una casa a una cuadra de la galería de Santa Helena, varios años.  Al ver este contrasentido y tremenda escultura, en la que también aporte llaves y candados, guardada en el olvido, como periodista intenté adelantar unos acercamientos e iniciativas para que la entregaran a la ciudad, y me encontré con los mismos egos, de todos aquellos que podían gestar esa acción.

Dos años después de que la Dirección Nacional de Estupefacientes les entregará a los socios, el lote de 24.470 metros cuadrados como depositarios provisionales, volví  a observar a la ‘Negra del Chontaduro’ en el mismo sitio en donde permaneció antes del cierre sanfernandino. Pero ahora muy sola, muy escondida. Con un halo de un pasado al que no se le perdona. Tal vez una semblanza de esa Cali a la que algunos de sus tradiciones se le fueron acabando, en medio del agite, pero en este caso un monumento rechazado, repudiado y estigmatizado.

Por fortuna ayer abrí el facebook y me encontré con que la Negra del Chontaduro está ahora en la entrada a un hotel en el oeste de Cali, que bueno. Que mejor homenaje para la esencia de esta ciudad. Y qué mejor que en medio de una polémica sobre el racismo, que escucho en cada rincón, por un soldado Micolta y un Charrupi. Pasaron 25 años para que la negra pudieran conocerla todos esos caleños, que nunca entraron al San Fernando y para los que sí lo hicieron, poder evocar como dicen que “todo tiempo pasado fue mejor”.

Hoy la Negra del Chontaduro recibe a turistas. Es un símbolo rescatado. Y lo mejor creo que saldré en este, momento rumbo a su espacio a tomarme una selfie, porque vaya monumento para batir un record Guinness, 23 años hasta que logro ganarse un espacio público.