Confieso que nunca antes me había interesado tanto un proceso electoral como el que tenemos éste año.
La elección del próximo Alcalde de Cali es clave para éste próximo periodo, tiempo en el cual debemos seguir por el camino de la decencia que retomamos hace cuatro años y no podemos perderlo nuevamente.
Además de decencia hay otras cosas en juego, como es la puesta en marcha del Plan de Ordenamiento Territorial que sin duda es una hoja de ruta clara para una Cali más incluyente y sostenible.
Temas como las centralidades que lograrán concentrar y polinucleizar a la ciudad reduciendo desplazamientos de la gran masa urbana para un lado y para el otro dos veces al día; los corredores verdes que le darán respiro a una ciudad pensada históricamente para los vehículos y no para los ciudadanos; la gran malla de ciclorutas y transporte alternativo y, lo verde por encima de lo gris, es un POT pensado para el presente y futuro y no para el pasado, cosa que debemos evitar votando a conciencia.
Esta pobre ciudad ultrajada por los corruptos y los politiqueros que quieren nuevamente arrebatarnos a los caleños lo poco que nos queda de decentes, es el activo que no debemos endosar en estas próximas elecciones.
Elijamos a un candidato independiente, pero de verdad, que no necesite robar o rodearse de los que lo hacen, que no requiera de componendas locales y nacionales para sumar votos y que de verdad represente a esa caleñidad ancestral o adoptada, que quiere trabajar por la ciudad.
Una ciudad sostenible no es del corto plazo, y el alcalde saliente ya entregó la brújula, ahora nos toca elegir al ejecutor.
