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Aditivos alimentarios 2: Colorantes artificiales

Aditivos alimentarios 2: Colorantes artificiales

¿Qué son los colorantes alimenticios?

 Los colorantes alimenticios son sustancias químicas usadas para dar color a las comidas y bebidas, con el propósito general de hacer que estas sean visualmente más atractivas. Ya unos 1500 años antes de Cristo, los egipcios añadían colorantes naturales a los dulces y al vino, para “mejorarlos”.

El coloreado artificial de los alimentos se empezó a usar en el siglo XIX con la revolución industrial, cuando las personas se hicieron dependientes de las comidas producidas y/o procesadas por otros.

Inicialmente se usaron algunos pigmentos minerales, pero estos resultaron muy tóxicos. A mediados de ese siglo, se empezaron a obtener colorantes orgánicos sintéticos, lo que amplió la gama de colores en las comidas. De nuevo, muchos resultaron tóxicos, al menos a largo plazo, pues producían enfermedades variadas; entre ellas, algunos tipos de cáncer. Por ello, se prohibió el uso de algunos de esos colorantes en los alimentos. Hoy en día, ese uso está regulado, pero valdría la pena conocer algunos de los riesgos para la salud y el ambiente.

Hoy en día los colorantes se usan masivamente, dado que la industria de los alimentos busca atraer al potencial consumidor mediante un colorido particular. Para usar los colorantes en los alimentos, se debe seleccionar un colorante que esté autorizado por la legislación de cada país. Sin embargo, los colorantes son el grupo de aditivos alimentarios en los que las regulaciones y normatividades de los países, varían más. Estas diferencias dificultan el comercio internacional de colorantes y comidas coloreadas. A manera de ejemplo, en la Unión Europea, además de aparecer en el listado de colorantes autorizados, el colorante debe estar también autorizado para cada producto alimenticio en particular. En los Estados Unidos para usar un colorante, es suficiente con este aparezca de los colorantes autorizados. En el Reino Unido se usan colorantes que no están autorizados en otros países de la Unión Europea, mientras que los países nórdicos son tan estrictos que pocos colorantes están autorizados para usarse en las comidas.

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A pesar de las regulaciones, hoy en día encontramos colorantes en una enorme cantidad de alimentos y bebidas en los dulces que consumen los niños, en cremas y helados, bebidas gaseosas, comidas para picar (snacks), pastas, chicles, pasteles, salsas, gelatinas, algunos embutidos, y hasta las cremas dentales. Muchas más comidas de las que inicialmente imaginamos, contienen colorantes artificiales.

Aunque los colorantes se designan por un nombre común, de forma más precisa, se usa un código. En la Unión Europea, se usa la letra “E” seguida por un número, para indicar un colorante en particular, de acuerdo con lo determinado por el Códex Alimentario.

Hay muchos estudios sobre los efectos a corto y largo plazo del uso de colorantes artificiales en las comidas, aunque diferentes estudios han dado resultados a veces opuestos. Algunas empresas de alimentos han optado por reformular sus productos para cambiar colorantes artificiales por otros naturales. A continuación, hablaré de la relación entre colorantes y algunos efectos estudiados.

Relación entre colorantes artificiales y déficit de atención / síndrome de hiperactividad en niños

A mediados de los años 70, el pediatra y experto en alergias Benjamín Feingold propuso que los colores y sabores artificiales podrían estar relacionados con el síndrome de hiperactividad, también llamado “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad” (en adelante, TDAH). Algunos resultados de diferentes estudios, han resultado poco concluyentes, con lo que no hay una relación establecida de forma absoluta. Sin embargo, sí es evidente que los colorantes artificiales en las comidas, pueden exacerbar una predisposición genética hacia el TDAH. El síndrome de atención implica cambios en el sistema nervioso por factores hereditarios y medioambientales, que llevan a que a los individuos afectados les resulte difícil enfocar su atención, aumente su actividad, y sean más impulsivos. Esto muchas veces se refleja en un bajo rendimiento académico y otras alteraciones de la conducta o la interacción con los demás.

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En un estudio realizado con 300 niños por la Universidad de Southampton y la Agencia de Estándares de Alimentos del Reino Unido en 2007, se demostró que las comidas con colorantes podrían aumentar la conducta hiperactiva en niños. En ese estudio, niños de 3, 8 y 9 años recibieron diferentes tipos de bebidas con colorantes, y se evaluó su conducta. Una de las bebidas contenía Amarillo crepúsculo (E110), Carmoisina (E122), Pounceau (E112) y Tartrazina o Amarillo 5 (E102). La otra bebida contenía Amarillo quinolina (E104), Rojo alura (E129), Amarillo crepúsculo y Carmoisina.

Los investigadores encontraron que la conducta hiperactiva se incrementó en los niños de 8 y 9 años con ambas mezclas de colorantes. La hiperactividad en los niños de 3 años se aumentó con la primera bebida, pero no con la segunda. La conclusión general fue que los colorantes mostraron un efecto adverso en la conducta, luego del consumo de las bebidas.

Otros efectos del consumo de colorantes

El colorante conocido como Amarillo 5 o Tartrazina, que está tan omnipresente en nuestras comidas y bebidas, dado que este colorante no solo se usa para dar colores amarillos y anaranjados, sino que también se mezcla con otros colorantes para dar diferentes tonos de verde, rojo y otros colores. Este colorante es el más alergénico de todos los colorantes con un grupo azo (un grupo químico de la tartrazina: -N=N-), es decir, es el que genera más alergias. Entre los síntomas que la tartrazina causa, están: ansiedad, sensación de sofocación, parches morados en la piel, y alteraciones del sueño, sin contar la irritabilidad aumentada en niños. Incluso un estudio realizado en Túnez, se demostró una asociación entre bajo conteo de espermatozoides y consumo de tartrazina, además de alto estrés oxidativo, que causa deterioro y muerte de nuestras células, lo que se refleja en deterioro físico en general.

Hay relación también entre algunos colorantes y episodios de asma, desórdenes estomacales, y otras afecciones inmunológicas. En los Estados Unidos y Europa, varias compañías de alimentos han anunciado que reemplazarán algunos de sus colorantes artificiales por colorantes naturales como la cúrcuma, el achiote y otros. En nuestro país, las normas son un poco más permisivas, y está en los usuarios el cambio de hábitos de consumo de alimentos, por otros sin colorantes artificiales, y ojalá, más sanos. En mi opinión, hemos asumidos algunos paradigmas como lo “natural”, sin detenernos a pensar en la forma como afectan negativamente nuestra vida. Es un buen momento para replantearnos la forma de alimentarnos y tal vez pasar a nuevos modelos de vida.

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