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¿A dónde se fue la música?

¿A dónde se fue la música?

Regreso de un “break” que necesitaba mucho. El 2016 arrancó con pérdidas grandes en el mundo de la música y las letras. La primera, Natalie Cole, que no alcanzó a ver el amanecer del año nuevo. Tras ella se fueron Alfredo “Chocolate” Armenteros, Harper Lee –escritora y músico-, David Bowie, René Angelil, Pablo Manavello, Glen Frey, Vanity… para no hacer la lista larga y más dolorosa me voy a detener. Casi todos víctimas del cáncer. Y me desconsuela saber que la música está muriendo del mismo mal. Leí el otro día una frase que debería ser acuñada en mármol: “Vivimos en un mundo en el que Beethoven es un perro y Pitbull es un músico”.

¿Por qué la música de otras décadas sigue sonando? ¿Por qué las redes sociales se ven inundadas con ese desconsolador sentimiento de pérdida cada vez que uno de los íconos de los 60, 70, 80 y 90 deja este mundo para ir a hacer melodías en el plano celestial? Bueno… yo diría que aparte del fenómeno de masas que consiste en sentirse importante sumándose a la tendencia, es porque en realidad esos músicos dejaron huella. Y por todas las creaciones fabulosas que ya no verán la luz.

Después de ver unos Grammy anglo cuyo vergonzoso final aún estoy tratando de superar en el diván de mi sicóloga interior; y unos Premios Lo Nuestro de los que francamente, en mi criterio, no hay mucho que rescatar, me pregunto “¿A dónde se fue la música? Y les dejo esta reflexión:

Mientras escribo esta entrada del blog, la gente debe estar agolpada esperando a que abran las puertas del concierto de Maroon 5 en Bogotá. Música nueva, bien hecha. Y divertida.
Y la próxima semana, la capital disfrutará de un concierto histórico: unos viejitos. Unos “dinosaurios”. Los Rolling Stones, que seguro tendrán lleno total, algunos dirán “pese a que su música viene sonando hace más de cuatro décadas”. ¿El secreto? Son músicos de verdad. Son buenos. Y son leyenda. ¿Y por qué? Porque se hicieron a pulso. Porque se “comieron todo el “cable” del mundo –expresión que los músicos usamos para indicar que estamos en la mala- alcanzando su sueño. Porque como tantas otras bandas, arrancaron siendo pésimos y tocando con los compañeros de colegio, tal vez en un garaje de cualquier pueblo perdido. Hasta que un día la banda sonó bien. Porque en épocas pretéritas los músicos no pensaron en hacer “música que se venda” sino “música desde el alma” -cualquiera que fuera su contenido-. Porque NO son músicos prefabricados pensando en lo que una sociedad cada vez más “cabeza hueca” consume para no pensar.

El otro día me llamó un personaje averiguando por “Vocal Coaching” (O entrenamiento vocal, en buen criollo). La conversación tuvo frases como: "Ay... eso se me sale del presupuesto. ¿Qué es lo menos? ¿Ah no tiene rebaja?" -cual si estuviéramos regateando por kilo de papas en la galería-. "Venga... ¿y uno más o menos en cuánto tiempo es cantante para recuperar la inversión? ¿Tres? ¿Cuatro MESES?". –Jamás tendrá una clase conmigo. Dios me libre-.
A ver… Si se va a dedicar a la música… cante o interprete su instrumento porque le apasiona. Porque le ilumina la vida. Porque no se puede imaginar la existencia sin hacerlo. Y luego… si puede vivir de ello, intente que sus clientes lo busquen por ser bueno y no por ser el más barato. Y entienda que al igual que los médicos, jamás va a poder dejar de estudiar.
Y si va a “enseñar” dignifique su profesión. No se regale por un plato de lentejas, porque el gremio es quien se ve perjudicado. Hay academias que pagan 17.000 pesos por hora cátedra -dato comprobado-. Me los ofrecieron a mí hace unos meses y me burlé en su cara de frente. Y hace poco se los ofrecieron a una colega muy querida que se enojó bastante y me pidió que escribiera acerca del tema-. Se le perdió el respeto al maestro… y algunos que dicen llamarse “colegas” tienen la culpa de ello, por no defender lo que en realidad vale su conocimiento.

Desde que la música se convirtió en un negocio y dejó de ser una pasión y una razón de vida, el inmediatismo es lo que se busca. Por eso fenómenos comerciales que tienen éxito fabuloso con sus discos, no son capaces de sustentarlos en vivo y luego le echan la culpa a “problemas técnicos” o ni siquiera se disculpan porque no importa.
Por eso el Auto-Tune (invento de los infiernos que sirve para convertir en cantante a cualquiera que pueda pagar un ingeniero que lo sepa manejar) plaga las producciones. Por eso mucha de la música nueva casi nunca sabe a nada, dura tres meses en la radio y en las listas de las revistas y luego nadie la recuerda...

Cantar –o tocar un instrumento- no es como vender empanadas. Ni productos de multinivel. La maestría en el canto –o en la música- es una competencia con uno mismo, cuyo objetivo es ser mejor hoy que ayer y mañana mejor que hoy. Si canta pensando en cómo va a "recuperar la inversión" al meterse a clases de música, mejor cállese, cómprese un taxi o en serio póngase a vender multinivel. Eso sí que da plata, porque la gente consume sin pensar.

Si usted es un abogado mediocre, lo más seguro es que no lo contraten porque pierde los casos. Si es un arquitecto mediocre y se le caen las casas, no lo van a contratar. Si es un médico mediocre, perderá su credibilidad cuando se le mueran muchos pacientes. ¿Pero por qué la gente sigue contratando músicos mediocres? O peor... consumiendo música que ni siquiera puede llamarse así.
Señoras y señores, la cruda verdad es esta: La música –pese a las opiniones encontradas de muchos- es una CIENCIA EXACTA. Las notas son DO RE MI FA SOL LA SI DO. Con sus sostenidos y bemoles. Quien no pueda interpretarlas… NO es músico. PUNTO. Puede ser “artista” porque el arte es subjetivo. ¿Pero músico? Jamás.

A mi modo de ver y al de muchos que no se atreven a decirlo, “expresión cultural” NO es igual a música. Así como comerse un paquete de papas fritas con una gaseosa NO es igual a almorzar. Puede servir para matar el hambre… pero no alimenta. Usted fíjese en lo que escucha. Analice. Prenda el cerebro y dese cuenta si está consumiendo algo que le engorda el cerebro y le llena el vacío en el alma, pero no lo nutre.

Y al final, consuma lo que quiera. A fin de cuentas, cada quien tiene en la banda sonora de su vida, la música que se merece.