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20 años (1995-2015)

No está bien hablar mal de Carlos Gardel. Está muy mal no reconocer que ‘Volver’, es uno de los tangos más hermosos de la historia. No está bien dudar que sea un soplo la vida. Pero es preciso decir, que 20 años son algo. Tal vez poco para la eternidad, un parpadeo de luces, pero tiempo significativo para algún emprendimiento humano en términos corporativos. Que 20 años son, para la Especialización en Comunicación Organizacional de la Universidad Autónoma de Occidente, apenas el comienzo de una mayoría de edad institucional que tiene la consagración como meta permanente y definitiva. La ideó Álvaro Rojas Guzmán, decano de la facultad de Comunicación Social-Periodismo y hoy la dirige con acierto Mónica Valencia Alzate, una mujer electrizante que es toda energía y talento.

Hace 20 años en Colombia la realidad burlaba a la literatura. El Proceso 8.000 hacía palidecer ‘El proceso’ de Kafka. A diferencia de Josep K. que es arrestado sin saber por qué y se defiende no sabe de qué, Samper se defendía y el país se hundía. Reconoció la culpabilidad del Estado en la Masacre de Trujillo, pero faltaban otras más terribles. Al ajedrecista le daban jaque-mate. Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, tras las rejas. Y detrás de las profusas movilizaciones de los campesinos cocaleros en 1995, las Farc. Mariana Pajón, de cuatro años, ya llevaba uno montando bicicleta y varias contusiones y raspones. Colombia era sede del Mundial de Bicicross e iba en triciclo en tecnología, pues en el mundo entraba al mercado el Sistema Operativo Windows 95, junto con el navegador web Internet Explorer. Carlos Vives pensaba un país posible en ‘La tierra del olvido’. Cali lloraba las víctimas del accidente del American Airlines y Colombia las desventuras de Aura Cristina Geithner, protagonista de ‘Eternamente Manuela’.

En medio de ese panorama nació la Especialización en Comunicación Organizacional de la UAO. Envuelta -en términos de contexto social- por una turbulencia en la que la imagen del país estaba maltrecha. Y todos sabemos, que la imagen de una nación es la imagen de todos y cada uno. Y de las organizaciones claro. Hoy tal vez los tiempos sean arduos, pero hace 20 años eran difíciles y muy peligrosos. Nadie quería invertir en un país que había matado la esperanza hacía un lustro: a Carlos Pizarro Leongómez, candidato presidencial por el M-19. También a Bernardo Jaramillo Ossa, la misma figura por la Unión patriótica. En el 87 había caído asesinado otro, Jaime Pardo Leal, también de la UP. Y en un periodo de poco más de un decenio 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes y alrededor de 5.000 de sus militantes. Balazos, bombazos, atentados y asesinatos. Dos metales lo dominaban todo: el plomo y la plata. La imagen de la ciudad, de la región y del país, estaba teñida con sangre.

Cada quien a su manera intentaba reconstruirla, forjarla, cambiarla, mudar de aires, respirarlos y pasar la página. El gobierno, los empresarios, las instituciones, incluso los viajeros con sus blondas pelucas de ‘El Pibe’ Valderrama. Pero en 1995 no se contrataban comunicadores organizacionales -es probable que no abundaran- para alcanzar esos fines. Solo periodistas famosos cuya imagen y credibilidad pudiera servir como vitrina para informar sobre los asuntos de una organización. Como la mejor prueba de contraste, en Colombia había hecho carrera la frase del presidente de la ANDI, Fabio Echeverri: “La economía va bien, pero el país va mal”. Había pasado un año de la debacle de USA 94 y aun retumbaba en el ambiente la inefable frase del profe Maturana: “Perder es ganar un poco”.

Y no fueron los industriales en bloque los primeros en advertir que esa situación redundaba en menos ganancias, que para un empresario son pérdidas. Digamos -para no ahondar en vericuetos económicos- que una mala imagen reduce la competitividad. La industria y la demanda interna crecían hace 20 años, pero fueron razones más humanísticas que comerciales, las que pusieron en evidencia que la comunicación, era uno de los factores imprescindibles en el funcionamiento de las organizaciones. Era, es y será, valga la claridad. La que hasta ese momento era una especie de excentricidad de las multinacionales, comenzó a repensarse desde la academia y algunas organizaciones. Hoy se suma a su direccionamiento estratégico y se proyecta, no solo como parte indispensable, sino como eje vital del organismo empresarial, institucional, organizacional, que agrega posibilidades y valor a cualquier plan de negocios y permite alcanzar y consolidar metas.

Son ya 20 años preparando en el ejercicio de un poder tan efectivo, como necesario: el poder de la comunicación estratégica en las organizaciones. Podrán ustedes llamarlos como quieran: comunicadores organizaciones, Dircom, coordinadores de área, jefes de área o de departamento, hasta gerentes de comunicación, vicepresidentes de comunicación. Yo quiero decirles: héroes de la imagen y titanes de la competitividad. Seguiremos enseñando para seguir aprendiendo. Y creyendo como Gardel, que es un soplo la vida, pero -con su venia y la del compositor Alfredo Le Pera- no, que 20 años son nada. ‘Volver’ ha cumplido 80 años en 2015 y sigue tan vigente como la nostalgia y el regreso. Y la Especialización apenas 20. Y a esa edad, a uno no le falla ni lo traiciona nada, todo es energía, vitalidad y proyección.