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ABC... Dando, por Eduardo Figueroa

ABC... Dando, por Eduardo Figueroa

 

Homenaje a quienes hemos “metido la pata”

 

A propósito del Día del Periodista que se celebra en Colombia (9 de febrero), voy a rendir un homenaje a mis colegas, pero de una manera diferente: recordando algunos disparates o gazapos de los que fui testigo en mis primeros años de reportero o “cargaladrillos”. Advierto que para evitar taquicardias tardías de los involucrados, no voy a dar nombres ni pistas.

Antes de entrar en materia aclaro el concepto de gazapo: es un error que se comete al hablar o al escribir, sea por ignorancia o confusión y, desde que se inventó la imprenta, ha sido el terror de los periodistas. También se le llama ‘perla’ o ‘metida de pata’.

En las salas de redacción, una vez que salía publicado el error y tras el fusilamiento verbal que se le hacía al responsable, el editor no tenía más alternativa que ofrecer disculpas a los lectores alegando que había sido obra del “diablillo de los linotipos”… hasta que llegaron los computadores y ese diablillo cambió de tecnología, porque mientras haya seres humanos detrás de las noticias (que los hay) habrá errores.

Cuando se produce un gazapo hay diferentes reacciones: el responsable quisiera que se lo tragara la tierra, el editor también quisiera que a su reportero se lo tragara la tierra. Por fortuna, la tierra no nos hace caso, porque de lo contrario muchos de nosotros ya seríamos historia.

Lo bueno es que el tiempo lo cura todo y esas “metidas de pata” son hoy divertidos recuerdos que generan sonrisas. Y ese es el sentido de esta nota.

Como el listado de gazapos es enorme, voy a limitarme a tres que se me vienen a la memoria.

Un colega muy experimentado se conmovió con la heróica acción de un perro pastor alemán que salvó la vida de su amo, un caminante aficionado que sufrió la fractura de una pierna en una montaña cercana a la ciudad. El perro bajó por ayuda y regresó al sitio donde estaba su amigo humano.

Mi compañero de sección se apropió de la historia y no ahorró calificativos para describir la casta del animal, al punto que dijo que se había ganado dos concursos EQUINOS.

Otro colega, que estaba forjando su habilidad de cronista, se apersonó de la trágica historia de un soldado-bachiller que murió de hipotermia en un cerro mientras vigilaba una torre de comunicaciones. En su crónica, mi amigo se remontó al día que el soldado salió de su casa, a la orilla del mar; describió cómo su madre lo acompañó hasta la estación del tren, y luego hizo una generosa descripción del paisaje andino a través de la ventanilla del tren, del pito alegre del tren que saludaba a los nativos, de la columna de humo de esta  ‘serpiente metálica’ –como la describió metafóricamente- hasta que el recluta llegó al cuartel.

La historia no pudo haber sido mejor escrita, pero hubo un detalle que el cronista pasó por alto: en la región descrita jamás han visto un tren.

Remato con una historia de un equívoco generado cuando la lógica es ilógica. Una noche, un colega editor llamó al periodista de turno y le dictó una noticia en la que se confirmaba el día que iba a llegar un personaje muy importante. El  título tenía que decir “El miércoles llega XXX”.

Al día siguiente, el editor quedó desconcertado cuando leyó el título y decía martes. Cuando se le pidió explicación al periodista por la equivocación, dijo con mucha propiedad: “miércoles es una palabra muy larga y no me cabía en el espacio asignado”. Ante semejante lógica, no hubo otra alternativa que mandarlo a comer… miércoles.

Eduardo Figueroa Cabrera (Twitter: @figueroacabrera) (Blog: http://efigueroacabrera.wordpress.com/)