Para algunos parece un sueño mirar atrás y darse cuenta de que ha transcurrido un año desde ese 17 de abril de 2014. Han pasado ya 365 días sin aquel hijo de Aracataca que pintó cientos de mariposas amarillas en los corazones de los colombianos y que plasmó en sus memorias la imagen de un bello Macondo.
La literatura colombiana lleva un año de luto desde la partida de Gabriel García Márquez, Gabo, el emblemático escritor que le obsequió al país la alegría de un Premio Nobel de Literatura en el año 1982, y que dejó en alto el nombre de la nación con su dedicación y talento a la hora de escribir.
Escritores caleños como Umberto Valverde recuerdan con nostalgia a García Márquez como un hombre cuyos aportes significaron una parte muy importante en el desarrollo de la literatura colombiana y también, por su puesto, en la literatura universal.
“La literatura de Gabo es el compendio de un hombre que vivó en el caribe y bajo ese imaginario retomó la fantasía popular colombiana a través de un pueblo que inventó llamado Macondo”, dice Valverde.
Es entonces como a través de un pueblo imaginario, Gabo logró cautivar a miles de lectores de todo el mundo, que admiraron de muchas maneras su talento como escritor, novelista, cuentista, guionista, editor y periodista.
Según Valverde, actualmente la literatura colombiana ha llegado a destacarse a nivel internacional, pero el estilo de Gabo será algo que no podrá ser igualado ni ahora, ni después, ya que él “logró encontrar un estilo que nadie más ha encontrado, algo sin antecedentes ni sucesores, pues la gente que ha tratado de recopilar eso ha quedado al desnudo”
El éxito de la literatura de Gabo se debe, según el escritor caleño Valverde, a que encontró una forma de convertir las circunstancias personales en situaciones universales. “Él logró insertar a Macondo dentro de un contexto de la cultura universal basado en su lectura, porque lo retoma de un esquema estructural”.
Está claro, entonces, que las letras de Gabo son inigualables. Este es tan sólo el primer año de los muchos que vendrán sin la pluma de Gabo sobre un papel, sin su Realismo Mágico. Por ahora, y quién sabe por cuánto tiempo más, Colombia no tiene quien le escriba.