El 25 de octubre del año pasado, con 264.118 votos, Armitage fue elegido el nuevo Alcalde de Cali para el periodo 2016-2020, seguido de Roberto Ortiz con 175.394 votos y, en tercer lugar, Angelino Garzón, con 148.889.
Junto con Dilian Francisca en la Gobernación del Valle, el empresario empezó las riendas de su administración el primero de enero del 2016. Desde entonces, ha tenido que afrontar los problemas que él prometió resolver o aquellos que saliesen de improvisto.
90 MINUTOS hace un recuento de lo que fueron sus promesas antes de posicionarse donde está y lo que ha hecho realidad hasta el día de hoy.
Armitage dio apertura, como lo avisó en su candidatura, con una reforma administrativa que deseaba modernizarse de la presente, pero la inversión de 9 mil millones de pesos y la creación de 129 nuevos puestos fueron cifras que molestaron al Consejo por superar los límites de la estructura financiera. Sin embargo, hace un mes se aprobó la reforma, esta vez renovada, y que suelen llamar ‘reformita’, dado que la disponibilidad económica no pretende a grades cambios en la administración de Cali.
Por otro lado, Armitage había mostrado preocupación por el sistema Mío, las demoras que molestaban a los usuarios y las difíciles condiciones laborales de los operadores de Unimetro, organización que está a la espera de cuatro nuevas sanciones en proceso de estudio por parte de Metrocali. La situación, a pesar de las promesas y pretensiones del Alcalde, no ha mejorado: los guardas de la empresa Alpha Seguridad han diezmado su presencia en las estaciones del norte y el oriente, los transportistas siguen arguyendo acosos laborales con salarios escasos y los usuarios siguen inconformes, cuando se evidenció, por ejemplo, en las protestas de los usuarios el primero de abril por extensas demoras en la estación de Menga.
Sin embargo, la movilidad en el sur de la ciudad, por Cañasgordas y la Simón Bolívar, ha progresado medianamente por el aumento de velocidad máxima a 80 km/h, a pesar de que esta medida tiene desconciertos, de vez en vez, a los caleños que tienden a confundirse con 60 o 70 km/h. Por otra parte, dos de sus cometidas aún sigue en ‘veremos’: la suspensión de las cámaras móviles de foto multas, que intenta evitar las interrupciones a los conductores para un mejor flujo de los mismos, y el levantamiento de la restricción para parrilleros hombres.
Esta última propuesta ha tocado fibras sensibles en la seguridad, pero es ahí donde entran uno los ejes más relevantes que Armitage prometió durante su candidatura: “la cultura ciudadana”. Es decir, eliminar los prejuicios de temor que suele tener los ciudadanos al ver dos hombres en una moto creyéndolos sicarios. No obstante, la seguridad ha mejorado: según el Observatorio Social de Cali, durante marzo se redujeron los homicidios en un 11 por ciento. Y el Alcalde sigue trabajando en el desarme, en una mayor presencia de la Policía y el mostrarse reticente a la militarización de zonas como Potrero Grande y Siloé.
En cuanto a la oferta de trabajo, el burgomaestre había anunciado que se necesitaba realzar el trabajo de los pequeños empresarios, los de laderas y barrios. Por ello, amplió la Ley Zanahoria hasta las 4 a.m., que implica extender el horario de las rumbas en pos de una mejor ganancia de los negocios que le correspondían la tarea. Por ese tiempo, que fue a inicios del 2016, analistas y expertos contradijeron la medida por ser el licor un posible causante de mayores accidentes y homicidios.
Aún siguen pendientes temas que Armitage busca resolver desde el momento de decir: "yo quiero ser Alcalde". Primero, el mejoramiento de los servicios públicos de agua y energía ofrecidos por Emcali, escenario que espera solucionarse con el uso de pozos profundos en forma de opciones alternativas, la despolitización de la empresa, la falta de cuadrillas para atender los daños de las tuberías que superan los 20 o 40 años y la espera por mejores tiempos que solventen la sequía de la región. Y segundo, el desalojo de las ocho mil familias en el Jarillón del Río Cauca que ponen en riesgo a más de 3 millones de caleños, pues su ocupación debilita la resistencia del sistema que protege a Cali de una inundación que afectase el 50 por ciento de la ciudad, realidad que presume 25 años para reparar el daño; sin embargo no son solo las familias, es también la antigüedad del Jarillón y el terror por probables agitaciones telúricas o elevaciones preocupantes en el nivel del Cauca.
Hasta el momento, con cien días a cuesta de sus espaldas, el Alcalde de 70 años está atento a cumplir este aforismo: “No soy no Mandrake ni Superman, soy un trabajador como usted y voy a trabajar por Cali, la tenemos que sacar adelante”.
