La Bitácora del escritor Mario Mendoza

La Bitácora del escritor Mario Mendoza

Una tarde, mientras intentaba reponerse de un accidente sufrido que lo dejó prácticamente cojo y manco el escritor Mario Mendoza se miró en el espejo y se sorprendió al ver a un hombre desaliñado, con el pelo largo, la barba desordenada, los ojos cansados y una mueca triste que parecía su boca. Eso ocurrió el año pasado, durante los más fatigosos meses de la cuarentena producto de la pandemia del covid-19 que nos asolaba con su morral repleto de pesadillas y temores.

Como si él mismo fuera el protagonista de cualquiera de esos exitosos libros que ha publicado a lo largo de su aventura literaria, Mario ya no se reconocía. Al igual que cualquier personaje kafkiano, el escritor se estaba transformando en otro ser que ya no era él. 

“Me fui convirtiendo en un tipo al que no entendía: cojo, manco, no podía afeitarme, cortarme el pelo solo era imposible, me veía al espejo y no me reconocía, me fui convirtiendo en un salvaje que iba tomando notas de un libro, agradezco mucho a la gente que estuvo allí, esos diálogos me salvaron la vida y mis enfermeras”

Esos choques emocionales, la solitaria muerte de su madre en una casa de reposo, un accidente que lo confrontó con la fragilidad de la vida, el Covid-19 que se ha llevado a tantos amigos, la cuarentena, la soledad, el tiempo distorsionado, la sensación de estar atrapado en un bucle de pesadilla lo condujo a volver a el escenario de las letras, aquellas en la que mejor navega y donde puede exorcizar sus peores demonios.

Fue en medio de ese desastre económico, social y mental que ha dejado el coronavirus y sus confinamientos donde Mario se dio cuenta de que era el momento de atestiguar este instante de la humanidad. Y aunque este prolífico escritor lo anticipó en otras obras suyas, nuevamente la realidad superó a la ficción. “En efecto había como una obsesión desde el comienzo y es que había una pandemia dentro de la pandemia, en mí mismo, mis estados de ánimo fluctuaban, era difícil ubicarme, las primeras cuarentenas fueron un golpe terrible, esa pandemia mental. Una cosa es la afectación, lo que está sucediendo en ese mundo, el universo físico, pero a los artistas nos corresponde entrar al universo síquico, qué estaba pasando en nuestras mentes, si ya veníamos en crisis”, advierte Mario en entrevista con 90 Minutos.

Una chica que se confinó en su cuarto, del que no sale ni siquiera a la cocina; un joven al que llaman ‘El Loco’ y quien se encuentra esperando el momento de la buena nueva; el instante en el cual empezará a presentar síntomas y saldrá positivo por Covid o un hijo de inmigrantes colombianos que vive en Nueva York, tiene un alto coeficiente intelectual y asegura que hace parte del Club de Roma, una suerte de sociedad secreta que asegura que el Planeta ya no tiene punto de retorno y se encamina hacia su desaparición. Son 46 historias, 46 relatos que estremecen, que logran que el lector se conecte y examine su propia realidad en medio de la pandemia y la crisis social.

‘Bitácora del Naufragio’ llega con una retadora certeza de su autor. Sin contemplaciones ni ambages, Mario Mendoza hace un llamado a sus lectores: “Aceptemos este desastre con frialdad, sin esperanza, pero también sin dramatismo, y tomemos algunas notas mientras nos hundimos (…) Vamos a tomarle la temperatura a la catástrofe, vamos a despedirnos sin nostalgia de ninguna clase mientras a nuestro alrededor todo lo que alguna vez amamos se va desintegrando, dejándonos en el desvarío, la zozobra y la locura”.

Mario, después de escribir sus historias usted me ha relatado que queda con un vacío emocional, cómo hace para recuperarse después de ese proceso creativo

La verdad no me he recuperado de este último libro, no he tenido tiempo, con el vértigo de los últimos meses me hubiera gustado tener ese tiempo para recuperarme. Si ya habíamos entrado en ese túnel, la oscuridad ahora es mayor, mucha gente decía que íbamos a salir del túnel y yo veía todo lo contrario. A veces me miran como un pesimista irredento, pero es que era fácil leer los informes de la FAO, ellos hablaban de hambrunas de proporciones bíblicas y tu sabes que no es normal que una institución de esas características utilice este tipo de metáforas. Yo sabía lo que se anticipaba, la convulsión social, el estallido que se venía. Miren el caso de Medio Oriente, completamente incendiado. No solo es un problema nuestro sino de una línea de esa línea de entropía de la que hemos hablado. No creo que haya una solución rápida, creo que la crisis va en aumento. Si el sistema está sobresaturado hay que enfrentarlo y de la manera más lúcida posible

Cuando publicó ‘Akelarre’, en el 2019, nos anunció un receso de toda la narrativa para dedicarse al proyecto gráfico, pero ¿cuál fue ese detonante para volver a estos 46 relatos que conforman ‘Bitácora del Naufragio’ y que hablan de nuestra realidad?

Yo pensé que no iba a volver a escribir prosa en mucho tiempo, tenía claro que ficción o novela es prácticamente imposible, pero las circunstancias de hace un año fueron tremendas, las primeras cuarentenas y la pandemia me implicaban a mí un cuestionamiento muy profundo porque yo venía hablando de eso desde hace mucho tiempo. De hecho en ‘El libro de las Revelaciones’ venia hablando de eso; ‘El diario del fin del mundo’ hablaba de un patógeno;  en la saga juvenil también. Cuando llegó la notica internacional, yo me dije ‘se cumplió todo lo que venia mirando’. En los primeros meses solo vi un libro de Solano que se llama ‘Los días de la fiebre’, él vive en Corea del sur y me gustó su tono, pero lógico el mío era diferente, comencé a llevar un diario y lo trabajé con mi editor Andrés Grillo y al cierre del año me di cuenta que no había muchos libros sobre el tema.

El caos y mentes siniestras parecieran que le dan mucha inspiración o qué lo motiva a escribir

Uno es atravesado por fuerzas extrañas y raras, hay un lado del edificio que es racional y uno tiene clara las cosas, pero otra buena parte es irracional, está en el inconsciente y funciona de maneras misteriosas,  lo que me mueve es dar un testimonio de lo que estamos viviendo y a veces la velocidad y el vértigo de las redes sociales parecen obnubilarnos y no nos damos cuenta de lo que estamos viviendo , a veces la literatura nos permite hacer algo mas reflexivo , más lento y eso es finalmente lo que me mueve.

Hay personajes muy solitarios, aislados en ocasiones, y usted de hecho menciona la soledad como un fenómeno, que piensa de la pandemia, de la soledad

En efecto había como una obsesión desde el comienzo y es que había una pandemia dentro de la pandemia, en mí mismo, mis estados de ánimo fluctuaban, era difícil ubicarme, las primeras cuarentenas fueron un golpe terrible, esa pandemia mental. Una cosa es la afectación, lo que está sucediendo en ese mundo, el universo físico, pero a los artistas nos corresponde entrar al universo síquico, qué estaba pasando en nuestras mentes, si ya veníamos en crisis. En noviembre del 2019 veníamos de marchas y de pronto nos quedamos encerrados con un enemigo invisible, entonces qué fue lo que sucedió en nuestras mentes y ese fue el deseo desde el principio, que es la pandemia dentro de la pandemia y eso fue lo que intenté responder a lo largo del libro.

De muchas formas lograste aterrizar el sentir de muchas personas, hay un momento del relato en el que dices que nos acostumbramos a trabajar en pijama… Cuéntanos un poco de esos personajes, quiénes están allí y que son los cuentan los relatos de la ‘Bitácora del Naufragio’

Fui reuniendo varios registros, estaba muy pendiente de lo que les sucedía a mis amigos, a sus hijos, también iba siguiendo la crónica, tomando la temperatura a la época. Lo que creo que sucedió es que el tiempo se aceleró, la realidad se ejecutó a una velocidad terrible, una aceleración que nos dejó fuera de foco. Mi impresión es que el pasado quedó muy lejos, me preguntaba por ejemplo cuándo había metido por última vez mis pies en el mar, todo me pareció lejos y la verdad es que solo había pasado un año. Se aceleró vertiginosamente el tiempo, el presente se recortó e ingresamos en un futuro. Yo siento que estoy viviendo en el futuro.

Cómo afrontas el proceso creativo de este libro y los duelos personales de todo tipo

Fue muy duro, el duelo tiene una característica y es que uno tiene que procesar la pérdida y el dolor y uno tiene que incorporar a su muerto, que es lo más difícil. Las primeras noticias hablaban de Luis Sepúlveda, el escritor chileno que vivía en España, me dolió mucho su muerte, y luego esa avalancha de noticias, una novia de nuestros ilustradores, mi madre que no muere por Covid, pero sí en un hogar, pero por los efectos colaterales, la soledad de los abuelos. Nadie contempló los efectos del Covid en las personas de la tercera edad. Mi madre cumplió años en junio y estar rodeada solo del personal fue muy duro, no está el abrazo, el cara cara, todo el efecto que iba generando en nosotros. Yo sufrí un accidente durante la pandemia y tuve que recluirme en casa, cojo y manco. El libro es un ejercicio catártico y un proceso de ‘impermanencia’, creo que terminamos en una vieja frase que está en la literatura antigua, “al final solo tenemos el día de hoy”. Yo ya vivo al día, no hago planes a quince días, tengo 24 horas.

Hay un permanente halo de encuentro con la muerte…

En efecto, la pregunta sobre el caos cruza toda mi obra, hemos sobresaturado el sistema, el Planeta no tiene la capacidad de integrarse a espacios cercanos, somos un sistema aislado, y la sobresaturación genera una línea de entropía. En el caso nuestro que somos 7.800 millones la irreversabilidad se veía venir, la bomba demográfica, éramos nosotros mismos, el peligro somos nosotros mismos y eso ya estalló, había que mirar el detonador y el punto de no retorno. La pandemia fue ya la línea de entropía, muy clara… ¿Quién iba a tomar notas de esa línea? ¿Quién iba a dar un testimonio fehaciente de lo que le iba a suceder a nuestra civilización? Me encontré con esos interrogantes y allí fue que empecé a tomar mis primeras notas.

¿Cómo manejaste el tema de la salud mental y que fue lo más difícil de no poder reconocerse a sí mismo?

Fue complicadísimo porque traía el duelo de personas cercanas, luego el duelo de mi madre, no había hornos crematorios disponibles, tuve que mandarla a cremar por fuera de Bogotá , luego subir las cenizas, después viene el accidente que tuve en el que cualquier ejercicio de la vida cotidiana se volvía una proeza completa.  Al final tuve que pedir ayuda, enfermeras que se turnaban, creo que ese diálogo con las enfermeras me salvó la vida, si algo me ha fatigado de la pandemia es estar monologando. Me fui convirtiendo en un tipo al que no entendía: cojo, manco, no podía afeitarme, cortarme el pelo solo era imposible, me veía al espejo y no me reconocía, me fui convirtiendo en un salvaje, que iba tomando notas de ese libro, agradezco mucho a la gente que estuvo allí, esos diálogos me salvaron la vida y mis enfermeras.

El país está atravesando un momento de ebullición, de estallido, un paro nacional que se prolonga ya por más de un mes…

Creo que está muy bien la manifestación de la protesta, de la indignación, yo he salido a la calle, es válido, la rabia es legítima, no puede ser más honda, mientras nosotros hablamos hay toques de queda, muertes… Esta indignación es justa, la lectura que se ha hecho de la revolución molecular disipada me parece terrible, muy perversa y es ver en la sociedad civil un enemigo interno. Los discursos son los que dan origen a las grandes masacres y a los genocidios, hay filosofías que conducen a esos avasallamientos, eso es inaceptable. Después de manifestarnos creo que hay que pasar a un segundo nivel y es ver cómo controlamos nuestras emociones y entramos en una emancipación inteligente, cuál es el momento, es darnos cuenta de que estamos a pocos meses de las elecciones, se abren listas y eso significa que tenemos que pensar en cuáles serán los representantes que vamos a elegir en ese Congreso. Debemos elevar la indignación y preparar un cambio en el Congreso, llevar ambientalistas, comunidades afro, indígenas, Lgtbi, y en un segundo momento viene la elección presidencial, es una cuenta de meses, deberíamos armar mesas de trabajo, porque el verdadero enfrentamiento está en las urnas.

Mario, pero observas la luz al final del túnel, ¿alguna esperanza de que el mundo, no solo Colombia, cambie?

Quisiera tener noticias que justificaran la esperanza, pero todo indica lo contrario, quisiera que los científicos del mundo, premios Nobel, me encantaría que todos ellos nos mostrarán de alguna manera luces y que nos dijeran, “perfecto, hemos mejorado muchísimo, vamos resolviendo asuntos o conflictos”, pero eso no está pasando. Los informes de los científicos son terribles, la esperanza hay que justificarla y eso no sucede, no creo que a corto o a largo plazo nosotros tengamos unas evidencias que confirmen esta esperanza, parecen que van ganando los nepotismos, las prácticas mafiosas, las represiones, totalitarismos, entonces cómo hacemos para poder justificar y que hay esperanza. Eso no significa que tengamos que arrojarnos a un río a llorar, lo que tenemos que hacer es una resistencia en lo minoritario, eso quiere decir que sino puedo cambiar lo macro, entonces vamos a lo pequeño, a lo mínimo. Es decir, puedo hacer cambios en lo micro, puedo hacer una resistencia minoritaria y es allí donde entran los libros, la literatura, buscar salidas inteligentes, esas praxis de personas tomando notas son prácticas de resistencia civil y a mí me interesa la literatura en ese escenario.

SEIS LIBROS IMPERDIBLES DE MARIO MENDOZA

  • SATANÁS
  • LA IMPORTANCIA DE MORIR A TIEMPO
  • COLOMBIA PARANORMAL
  • EL DIARIO DEL FIN DEL MUNDO
  • EL LIBRO DE LAS REVELACIONES
  • AKELARRE

FRASES PARA RECORDAR DE MARIO MENDOZA

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