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Yuri Alvear, la mujer de las mil batallas

Yuri Alvear, la mujer de las mil batallas

En su camino hacia el triunfo se ha tropezado con grandes piedras, pero Yuri le ha dado a conocer al mundo, en especial a su familia, que la tenacidad, perseverancia y compromiso, han sido más grandes que cualquier impedimento.

Y esto es precisamente lo que demostró cuando para poder asistir a las competencias tenía que vender empanadas, rifas, hacer bingos bailables con la ayuda de su amiga Luz Adiela Álvarez, o simplemente pedir una colaboración  en cada una de las puertas de Jamundí Valle, la tierra que la vio crecer.

En muchas ocasiones, el sacrificio de esta guerrera no era suficiente para poder ir en busca de una medalla a otro país.

Esto fue lo que ocurrió cuando no pudo recaudar el dinero necesario para asistir a un torneo juvenil en el 2006 en Argentina, lo que se convirtió en uno de los golpes más fuertes que ella ha podido experimentar durante su carrera deportiva.

La guerrera, la campeona, la imparable Yuri Alvear, se encontraba derrotada, y no precisamente por los golpes del judo, sino por los golpes de la vida, que le habían demostrado una vez más que para triunfar no solo se necesitaba de su gran talento, sino también de los recursos necesarios para cubrir los gastos que demandaba la práctica de este deporte.

Sus padres, Arnoby Alvear y Miriam Orejuela, cuentan lo desesperados que se sentían al ver a su hija tirada en la cama, sin parar de llorar.

Impotencia, tristeza y dolor, fueron los sentimientos que ambos experimentaron, al darse cuenta que ni si quieran tenían un objeto de valor en su casa para poder empeñar y así ayudarle a su hija con los tiquetes para Buenos Aires.

A Yuri la vida le ha enseñado que para lograr lo que desea, se deben hacer grandes sacrificios, pues nació en un hogar en la que a un costo muy alto se podía conseguir la comida.

Su padre como constructor y su madre lavando y planchando ropa en casas de familias, tan solo podían pagarle la escuela a sus dos hijos y asumir con los gastos del hogar.

Yuri con sencillez y  humildad entendía la situación de su familia, pero ella nunca se imaginó que a su vida iba a llegar el Judo, y que para esto necesitaría dinero.

Y es que así fue como todo sucedió. Yuri nunca buscó practicar este deporte, más bien fue el Judo el que la encontró a ella.

Todo ocurrió cuando el profesor Ruperto Guauña vio a Yuri Alvear peleando con un compañero en el colegio.

Preocupado por la situación, pero a la vez asombrado de ver las habilidades de esta jovencita, el profesor dándose cuenta que Yuri estaba luchando con su hermano, detuvo la pelea, reprendiéndola, pero también invitándola a practicar judo.

Fue así como la niña que peleaba en el colegio con su hermano, entró al mundo del Judo, logrando ser la mejor en la categoría de 70 Kilogramos, obteniendo una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres, triunfando también en Río de Janeiro en el 2013 y en Holanda en el 2009, entre muchos otros logros más.

Sin embargo sus logros no solo han sido en el ámbito deportivo, pues esta judoca también ha tenido éxitos en el estudio, a pesar de que diariamente invierte 5 horas entrenando.

Yuri hoy en día, a sus 30 años de edad, no solo es campeona mundial de Judo, sino también una gran profesional en actividad física, graduada de la Escuela Nacional del Deporte.

Esta mujer sabe que algún día tendrá que terminar su carrera deportiva, sin embargo, tiene muy claro que no quiere alejarse del judo, y este es uno de los motivos por los que decidió estudiar dicha carrera, pues en futuro se ve como entrenadora de este deporte.

Lo que muchos no conocen es que además del estudio y del judo, Yuri tiene otras pasiones, una de ellas es bailar.

Al ritmo de ‘Las caleñas son como las flores’, o ‘Cali pachanguero’, Yuri era una de las protagonistas de las jornadas culturales en el colegio, siendo ella la que montaba la coreografía para todas sus compañeras.

El país se privó de ver a una gran bailarina, pero indudablemente ganó a una judoca que mediante su esfuerzo y dedicación, cada día le da más alegría a la vida de los colombianos,  en especial a la de su familia, que ya no sufre por las circunstancias económicas.