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Un sueño entre espadas: Saskia Van Erven

Un sueño entre espadas: Saskia Van Erven

Saskia Erven García esperó un mes para saber.

Con el puesto 23 que ocupó en el Grand Prix de Florete en La Habana, Saskia se ubicó en el puesto 17 del ranking mundial en la categoría de florete el 14 de marzo. Se quedó con uno de los dos cupos de América para Río 2016. Sin embargo, era provisional.

Viajó a New York para un campamento deportivo en New York entre dos y tres semanas para regresar, posteriormente, a Europa. Llegó a pocos días de enterarse que estaba dentro de la 32 clasificadas a Río 2016.

Mientras los medios colombianos reportaban que Saskia era el cupo colombiano 116, esta, para desahogar la felicidad, llamaba a su madre.

Desde Oss (Holanda), habla Gloría García Pacheco, madre de Saskia, quien fue seis veces campeona nacional, bronce en los Juegos Panamericanos de 1971 y ganadora de más de 50 títulos internacionales.

“Aún conservo las fotografías. En una estoy en un podio holandés, sosteniendo de un brazo a Saskia, de seis meses. Muchas son así. Están sobre algunos muebles y al lado puedes ver floretes, espadas y caretas.

”Cuando Saskia era pequeña, muy pequeña, no paraba de correr por nuestro apartamento en Rotterdam, parecido al que tengo ahora por estar rodeado de tantos implementos de esgrima. Corría y corría desde donde estaban los recuerdos deportivos de su madre hasta donde estaban las caretas, floretes y espadas… Ella no llegó a empuñar una de las dos con todas las de la ley hasta tener cinco años. Antes se había decidido por el ballet y la natación, pero un día ella se me acercó decirme:

”─Mamá, yo quiero hacer esgrima ─. Esperé un momento. Y luego le repliqué:

”─¿En serio, Saskia? ¿Pero estás segura?

”─Sí, mamá.

”─¿Pero quieres entrenar con tu padre o conmigo?

”─Contigo. Yo quiero tú me entrenes para ganarte. Y yo voy a ser la maestra, mamá.

”Saskia tenía tanta idea en su cabecita que no tuve más opción que aceptar. ¡Ah y eso que ella decidía qué momento era el adecuado! Podían ser las ocho de la noche, yo estaba en la cocina, mi hija viendo televisión y de repente se levantaba para avisarme que ya era hora de practicar. Y después de terminar unos cinco o tres minutos en el hall del apartamento, ella regresaba a ver televisión. Todo esto ocurría en pijama. Por ese tiempo, a Saskia no le gustaba que yo le corrigiera.

”─Yo sé, mamá. No me corrijas. Yo sé ─me decía.

”Entonces no podía contradecirle del todo, pues se me iba la alumna, ¿no? Tuve que pedirle ayuda a Allard, mi hijo mayor, quien solo entrenó y estuvo en la Selección holandesa hasta los 22 años.     Así como practicábamos entre nosotros tres, yo los ponía a entrenar uno con el otro y, entre juego y juego, Allard fue puliendo los errores de su hermana que yo le hacía notar. Que el asalto, que la postura de la mano… Así sucesivamente hasta aprender que yo era la maestra y ella, la alumna.

”Ahora no le corrijo, a menos que me pregunte. Pero casi nunca hablamos del deporte. Solo es una conversación madre-hija: ‘Cómo te ha ido estos días’, ‘Cuéntame qué tanto haz hecho’, ‘Y tu día, ¿qué tal?’ Hablamos por mensajes, a veces. Suele ocurrir que cuando ella me visita, no quiere hablar de esgrima por todo el cansancio de las competencias.

”Todavía recuerdo sus primeras competencias. Eran cada ocho días. Por ejemplo, salíamos de Holanda para llegar a Luxemburgo, luego a Alemania y de ahí, a Bélgica. Cada viernes o domingo. Saltábamos de país en país. Si era uno vecino, salíamos a las cinco de la mañana en carro para arribar a las nueve, tomar algo y que Saskia se vistiera para subir dentro de pocos minutos a la pista. Llegaba con un entrenamiento de 26 horas por semana.

”Y tan solo tenía 14 años por ese tiempo. Ahora tiene el doble, 28. Compite por Colombia desde 2011. Aún tengo presente sus primeras épocas en la esgrima nacional. Algunas de sus compañeras solían decirle que no era colombiana. No fue fácil, ella le tocó

”Cuando Saskia viajó a Cúcuta para competir en los Juegos Nacionales del 2012, la recibieron en la pista con el equipo de sable. Saskia no sabía las reglas de sable, nunca había competido con uno; a ella le correspondía el florete y la espada. Dado que el presidente de la Selección Valle de ese tiempo estaba ahí, ella aprovechó para señalarle lo que sucedía:

”─Usted le envió un mensaje a mi mamá que yo jugaría con sable, pero ella ya le explicó que yo no sé jugar con esa arma.  

”─Saskia, tú tienes un subsidio.

”Ella se quedó callada. Sin embargo, lo de esa vez se solucionó para que ella compitiera por espada y esgrima, ganando dos medallas de oro, pero las molestias con la Selección no se resolvieron hasta hablar con Indervalle.

”Momentos agrios aquellos… Afortunadamente, no volvió a suceder. Ni con la Selección Valle, ni con la Federación, con la que también tuvimos roces similares, ni con esgrimistas que le dijesen que no era colombiana, que no era mi hija. Afortunadamente, ya son más de tres años que la Selección Valle y la Federación nacional han cambiado su panorama: gente nueva y directores más capacitados, ¿no?

”Y eso que lo de los Juegos Nacionales ocurrió poco después de los Olímpicos en Londres. En esa ocasión, yo creí que la vería competir en Internet, pero cuando ella se enteró ella un mes antes de las competencias me replicó:

”─No, mamá. Eso no te lo voy a permitir. No sé cómo vas a hacer, pero no quiero estar sola. Solo te digo que irás a Londres.

”Cuando me quedé sola al fin me decidí. Le dije a una amiga que me acompañase. Estuve cuatro días en Inglaterra. El último lloré. Fue un sábado. Una alemana la había descalificado en la primera ronda. Vi a Saskia unos cuarenta minutos después para consolarnos en abrazos.

”Y se avecina Río… Creo que no iré. O tendría que ir sola; mi amiga no puede ir en esta oportunidad. Saskia no lo sabe, aunque me imagino que comprenderá que Río es más difícil para la mamá. Sí… La apoyaría desde aquí. No sé.

”Ay, mi hija compitiendo en sus segundas olimpiadas por Colombia.

”¿Qué cómo empezó a competir por Colombia? Fue cuando ella tenía 20 años, cuando estaba en una incertidumbre deportiva desde los 18, como un limbo. Nos llamaron a la Sala de Esgrima Holandesa para avisarnos que no podía seguir patrocinándola, pues el subsidio de la Categoría Mayores, que era el siguiente escalafón de experiencia deportiva, era costosísimo.

”─No hay suficientes recursos ─nos dijeron─. Sin embargo, tendría practicar 30 horas por semana, sin competir este año y no tener entrenador.

”─Es una falta de respeto con sus deportistas ─protesté.  

”─Le reconocemos todos sus logros hasta la Categoría Junior, pero podemos creer por ahora que eso no es nada. Lo sentimos.

”Salimos con lágrimas, enojadas. La abracé y le dije que no les daríamos el gusto a los holandeses, que buscaríamos la oportunidad en Colombia. Naturalmente, sabía de sus raíces. Sabía hablar español, pues yo le enseñé el idioma con la misma insistencia de la esgrima. Si yo me encontraba hablando con algún holandés, Saskia me decía que ‘Por favor, mamá, que español, que español’. Esa era su identidad colombiana: su madre y el idioma.

”Sin embargo, poco después del rechazo holandés… En una llamada… 

”─Mamá, voy a competir por Colombia, nuestro país ─me dijo.

”Antes de quedarme callada, de decirle que ‘hablamos luego’, de colgar, se me vino a la mente un podio, imágenes de trofeos, mis recuerdos en Suramericanos, Nacionales, Bolivarianos, Panamericanos… la esgrima colombiana. La llamada terminó. Cerré los ojos y advertí que estaba llorando de alegría”.

Por: Jaír Fernando Coll Rubiano, estudiante de periodismo de la Universidad Autónoma de Occidente.