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El Gabo que no se lee

A diario, los jóvenes caleños se sorprenden con la multiplicidad de hechos infortunados y muertes violentas que ocurren en la ciudad, pero poco conocen sobre una de las muertes más brillantes que la pluma del Nobel colombiano pudo describir: La de Santiago Nasar, en su obra Crónica de una muerte anunciada.

Pero, ¿sabe quién es Santiago Nasar? "Me suena, me suena" respondió María Lucía, estudiante de décimo bachillerato de un colegio privado.

De quince jóvenes a los que se les formuló la pregunta, nueve respondieron que no lo conocen, dos afirmaron que lo han escuchado nombrar y cuatro recordaron aquel inicio del libro que atrapa de inmediato:

"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana…"

Pero Santiago Nasar es solo uno de los personajes en los 21 títulos que componen la obra de Gabo, una colección que puede en un año es prestada 850 veces a usuarios de la Biblioteca Departamental, y que tienen su mayor mercado entre los estudiantes de colegio. 

Si bien la mayoría de instituciones educativas, por orden del Ministerio de Educación, manejan textos del Nobel colombiano, corre por cuenta de los estudiantes su lectura.

"La literatura de Gabo posibilita la meta cognición porque requiere de mucho análisis, asociación y comparación, pero los muchachos ahora no quieren pensar tanto. Prefieren lo práctico, lo fácil, lo rápido" señala Luz Stella Pérez, docente de español.

Aquello los lleva a las versiones resumidas o de bolsillo de las obras, o en su defecto, a adquirir resúmenes a través del internet, una situación que no es extraña si se tiene en cuenta que, según cifras del DANE, en Colombia se leen solo 1,9 libros al año.

En ese sentido,  aunque desde séptimo se empiece a trabajar literatura hispanoamericana con novelas cortas como Relato de un Náufrago, las más extensas como Cien años de soledad y El Amor en los tiempos del cólera resultan ser un dolor de cabeza para los estudiantes.

"Lo malo de los libros de Gabriel García Márquez es el exceso de descripción, el vocabulario tan complicado que utiliza, pero sobretodo que nos obligan a leerlo", argumenta Juan Camilo, quien estando en grado once no ha logrado descifrar a la familia Buendía.

Ante situaciones como ésta, la docente de lenguaje, Gladys Ocampo plantea estrategias pedagógicas para que sus cursos se enamoren del fundador del realismo mágico, tales como iniciar su lectura a partir cuentos como los de Los funerales de la Mamá Grande y Doce Cuentos Peregrinos.

Leer es una decisión

En lo que convergen docentes y estudiantes es en la idea de que los hábitos de lectura inician desde la casa y que se debe reevaluar toda medida que busque imponer la lectura. "Un padre que no lee ni el periódico no puede exigir que su hijo disfrute y decida leer un libro", explica Ocampo.

Varios docentes de Cali, en aras de promover hábitos de lectura, han participado de capacitaciones con Fernando Velasco, docente de la Universidad Javeriana quien dice que el truco está en enganchar al estudiante con un personaje o fragmento.

Esta idea busque que terminen leyéndose el libro por gusto, ya sea porque lo adquiera desde cinco mil pesos en el parque Santa Rosa o que lo consulte en una de las 61 Bibliotecas Públicas con las que cuenta la ciudad.

"Si se quiere crear hábitos de lectura más sólidos, los libros deben ser escogidos según las edades y los intereses del lector, y si se logra enamorar a cinco, tres o a uno del realismo mágico ya Macondo tendrá un habitante más para decir que en Cali, el Gabo sí se lee"