Cuando soñamos con el renacer de Cali, lo hacemos no solo pensando en el ahora, en una transformación que nos impacte a nosotros, los adultos, sino en las generaciones futuras, esos niños que precisan crecer en las condiciones que garanticen su bienestar y con las que hoy seguimos en deuda.
A propósito de la celebración del Día del Niño en Colombia, fechada para este sábado 29 de abril, es pertinente poner sobre la mesa las problemáticas con las que conviven los más de 300.000 niños caleños (personas menores de 11 años) y que junto al grupo Un Renacer para Cali he podido constatar en los recorridos que hemos hecho por los barrios de la ciudad.
Aunque son muchas las amenazas que enfrentan los menores, hay dos problemáticas que particularmente nos hacen pensar en la necesidad urgente de intervenirlas y mitigarlas: la falta de educación y la violencia intrafamiliar.
Cerca de 60 mil menores de 5 años y 20 mil menores de 11 hoy no asisten a ninguna institución educativa. Además, se calcula un rezago escolar (un nivel educativo que no corresponde con la edad) del 12,1% en primaria y 33,45% en secundaria, según cifras del Sisbén.
Lo anterior no solo habla de la baja cobertura educativa y las falencias en el sistema, sino también del riesgo en el desarrollo, la seguridad y el bienestar de los menores caleños, derechos fundamentales que deben garantizarles la sociedad y los gobiernos.
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Por eso, creo necesario ampliar los centros de cuidado para menores de cinco años que garanticen su acceso libre al juego, el arte, la literatura y la exploración del medio.
Asimismo, prevenir la deserción escolar mediante mecanismos de búsqueda activa y seguimiento a través de sistemas de información, trabajando en pro del acceso a tecnologías de información y comunicación e inteligencia artificial, el desarrollo de habilidades blandas y el bilingüismo desde la primera infancia.
Creo en la jornada educativa extendida para fortalecer la formación integral de niños, niñas y adolescentes mediante la oferta de actividades culturales y deportivas que puedan convertirse en futuros proyectos de vida que los alejen de las trampas de la pobreza.
Pero no es solo que los niños vayan a la escuela, sino que vayan seguros y en condiciones de alimentación y salud favorables. De ahí que tengamos que trabajar en mitigar la violencia intrafamiliar, el evento de salud con mayor incidencia en esta población. Son cerca de 665 casos de maltrato infantil en niños de 5 años y mil en los de 6 a 11 años los que se presentaron en Cali en 2022. Todos totalmente prevenibles.
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Esto conlleva al deterioro de la salud mental de los niños: solo en el año anterior se presentaron 39 casos de intento de suicidio en la población menor de 11 años. Una sociedad donde los niños pierdan las ganas de estar vivos está condenada al fracaso.
Por eso es fundamental garantizar las condiciones que sean la base de esos adultos que construirán la Cali de los próximos años. Es necesario disminuir la mortalidad por desnutrición, eliminar el hambre a través del control riguroso del PAE. También tener cero tolerancia con el trabajo infantil, implementando estrategias para prevenir, visibilizar, identificar y reportar casos mediante un escenario de articulación interinstitucional e intersectorial. Y además, responder a la demanda de espacios públicos seguros con oferta cultural, artística, deportiva y recreativa en los territorios.
Vamos a cambiar la realidad de los niños de Cali, pues el renacer de la ciudad se construye con miras a la sociedad que queremos ser, que queremos dejarles a nuestros hijos. Una niñez feliz es sinónimo de una Cali que avanza.
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