Durante los recorridos que hacemos junto al equipo de Un Renacer para Cali en los barrios de la ciudad me he puesto en la tarea de preguntarles a los ciudadanos para ellos qué significa ser caleños. Las respuestas han sido variadas y muchos coinciden en que el caleño es trabajador, amable, solidario y alegre.
Sin embargo, también me han expresado que con el deterioro de la ciudad estas cualidades se han visto opacadas y, en algunos casos, olvidadas. Los entiendo, porque se nos ha vuelto normal el irrespeto a las normas, ver en redes sociales los cientos de videos virales de intolerancia en las calles, convivir con los robos constantes, padecer las vías llenas de huecos y nuestros espacios públicos repletos de basura.
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A mis 17 años llegué a Cali porque era la ciudad de las oportunidades y me encontré con personas que representaban esas cualidades de las que hoy me hablan en los recorridos: gente amable, cálida y berraca que me abrió las puertas sin esperar nada a cambio y dispuesta a trabajar en equipo.
Varias décadas después, soy consciente de que vivimos en una ciudad distinta y con dinámicas diferentes, que también transforman la identidad de sus habitantes. Pero Cali sigue siendo la puerta de oportunidades para muchas personas, no en vano más del 30% de quienes vivimos aquí nacimos en otros municipios del país.
Entonces, ¿Cuál es la identidad de esta Cali de ahora y cuál es la que vamos a construir? Es cierto que hoy estamos confundidos con lo que somos y ante eso solemos compararnos con otros. Nos sentimos frustrados ante los visibles avances de ciudades como Medellín o Barranquilla y creemos perdida la esperanza de que nuestra casa pueda salir adelante.
Sin embargo, creo que antes que medirnos con otros debemos hacer que nuestra identidad renazca, reconstruir eso que nos distingue por ser caleños.
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En la medida en que los caleños recuperemos el sentido de pertenencia, las ganas de construir juntos y de dejar el nombre de la ciudad en alto, podremos transformar nuestra ciudad y solucionar los complejos problemas que aqueja.
El renacer de Cali no solo depende de elegir a la mejor alcaldesa, con la capacidad de gestionar, liderar y generar confianza, sino también del compromiso de todos los ciudadanos. De que no nos colemos en el transporte público, de que saquemos la basura en el momento adecuado, de que no insultemos a quien piensa diferente o comete una imprudencia en la vía, de que respetemos las normas de tránsito y cuidemos nuestros espacios...
Todo ello nos llevará a apropiarnos de una identidad que recoja nuestro pasado, que nos recomponga en el presente y que nos proyecte hacia lo venidero, aquella capaz de hacer vibrar a quienes vivimos la ciudad, de enamorar a los que nos visitan y de acoger a quienes se queden para que se apropien de nuestra cultura, porque Un Renacer Para Cali implica volver a trabajar en equipo por la Cali que queremos, la Cali del futuro… ¡La Cali que soñamos!
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