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Erradiquemos la violencia

Erradiquemos la violencia

Foto: Especial para 90minutos.co

Estoy convencido que el problema más apremiante de Cali es la violencia, como máxima expresión de la inseguridad. De hecho, hay evidencia contundente de que estos fenómenos son el principal lastre que tiene nuestra ciudad para el progreso. Basta ver el Índice de Progreso Social de la Red de Ciudades Cómo Vamos para darnos cuenta que Cali está apenas encima de ciudades como Buenaventura y Quibdó, muy por detrás de las ciudades con mejores resultados como Manizales, Medellín y Bucaramanga. Al desglosar el índice, los caleños nos rajamos en los indicadores de seguridad y eso nos manda a la parte de atrás de la tabla.

En los últimos 20 años, han muerto más de 27.000 personas por cuenta de los homicidios. Eso es como que desaparecieran por la violencia más de dos veces los habitantes de un municipio como La Cumbre, Valle, lo cual habla de la magnitud del horror que hemos vivido. El panorama se amplía cuando vemos que uno de cada dos víctimas de homicidios son personas de menos de 28 años y que, además, tenemos a 182 estructuras criminales operando en el territorio de Cali. Estamos en una ciudad altamente criminalizada y la violencia se ha ido extendiendo como un virus a gran parte de las capas de la sociedad. No me queda duda de que erradicar la violencia es una prioridad, un imperativo ético.

Nuestra propuesta, entonces, se basa en sentar y acentuar el camino hacia la erradicación de la violencia en Cali. Y eso lo lograremos con voluntad política, pero también con una estrategia de seguridad clara y efectiva. que reconozca como parte del esfuerzo a la ciudadanía y sepa coordinar acciones de todas las agencias de seguridad y de las distintas entidades del Estado para focalizar esfuerzos en los territorios y poblaciones más vulnerables a la violencia y la pobreza. Sin duda, la lucha contra el crimen y la violencia exige contundencia y una autoridad firme, pero no basta con disponer de los recursos físicos, técnicos y humanos para enfrentar a los criminales y a los violentos, también se requiere un fuerte componente social que elimine esas condiciones que facilitan que la violencia se arraigue.

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La paz es un propósito que nos debemos trazar los caleños. Pero no podemos ser ingenuos: para llegar a ella, el primer paso es enfrentar a los generadores de violencia, que son alimentados por economías ilegales. Desarticular estructuras criminales, asfixiarlas económicamente y arrebatarles el control territorial que ejercen en muchos barrios y cuadras de nuestra ciudad es fundamental. Por eso, propongo fortalecer la acción de la fuerza pública con una fuerza de tarea especial que vincule a las mejores personas de las distintas agencias de seguridad presentes en Cali y dotar con tecnología de punta a nuestras autoridades.

Simultáneamente, tenemos que llegar con toda la oferta institucional para cerrarle el paso a los violentos. Por eso, estoy poniendo a los caleños en consideración mi experiencia sacando a personas de las filas de los grupos armados ilegales y reintegrándolos en la vida civil con una ruta de oportunidades para ellos y sus familias, centradas en educación, capacitación, empleabilidad y emprendimiento, además de un sólido acompañamiento psicosocial. A través de estrategias como el Tratamiento Integral de Pandillas, los Gestores de Paz y Cultura Ciudadana y los Territorios de Inclusión y Oportunidades podemos diseñar nuestra propia política de reintegración para arrebater a cientos de caleños de las garras del mercado del crimen y fortalecer las comunidades con desarrollo y paz. Esta es una manera viable de construir entornos sanos para que el progreso se sienta en todos los rincones de nuestra ciudad.

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Desde hace más de una década tengo un compromiso indeclinable con la paz de Colombia. Hoy quiero poner a servicio de Cali ese compromiso y mi experiencia para construir la paz territorial que tanto anhelamos y que tan esquiva nos ha resultado. Quiero ser un alcalde que haga las veces de primer policía, pero que también entienda el clamor de las comunidades que ven con expectativas que el cambio llegue a sus cuadras y sus barrios. No quiero ser inferior al reto de revivir a Cali, una ciudad que lo tiene todo para ser referente de progreso: pero para lograrlo, tenemos que erradicar la violencia de nuestras vidas. Ese es mi propósito desde el 1 de enero de 2024.

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