Cali, luego del estallido social del 2021, es una ciudad con heridas sociales abiertas que amenazan el progreso de esta ciudad. El diálogo y la reconciliación parecen haber pasado a un segundo plano y, hoy, la confrontación es el camino más predilecto para resolver las diferencias.
Por eso, y otras muchas razones, viajé a Estados Unidos para conocer de primera mano las experiencias de reconciliación y avance en la garantía de los Derechos Humanos de ese país y otras regiones del mundo.
En mi viaje socialicé cómo en el marco del paro nacional, y sus repercusiones en Cali, pudimos tender puentes de diálogo que permitieron evitar una verdadera masacre en la ciudad.
Abordé las necesidades de los jóvenes, mujeres, comunidad afrocolombiana, indígenas, así como las personas LGTBIQ. Planteamos una agenda donde se construyan alianzas futuras para apoyo internacional, en búsqueda de soluciones a los diferentes problemas sociales que aquejan a Cali.
Entre los puntos sobresalientes de esta agenda internacional, están los encuentros con congresistas de Estados Unidos, con quienes discutí el tema de visados para los caleños y personas del Pacífico, así como diferentes estrategias para combatir conjuntamente el racismo estructural y las inequidades de las mujeres en la sociedad.
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Buscaré alianzas para fortalecer a Cali para que esta ciudad recupere su proyección internacional y potenciar todas las dinámicas sociales. Ese es mi propósito y trabajaré arduamente para conseguirlo.
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