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Menores infractores, no todo está perdido

Menores infractores, no todo está perdido

Actualmente, en Colombia el 10 por ciento de los delitos son cometidos por adolescentes; incluso durante este 2017 ingresaron a centros de rehabilitación 6.329 menores de edad con un promedio de 13 jóvenes al día.  Sin embargo, mientras pagan su condena, ellos piden a la sociedad una segunda oportunidad.

De acuerdo con datos del ICBF, actualmente 9.060 menores de edad tienen procesos abiertos bajo el sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes. Hoy  3.415  menores de edad están privados de la libertad.

Asimismo, la institución informó que en el último año 450 adolescentes han sido capturados por homicidio. Y en cuanto a la edad, las estadísticas revelan que el 36 por ciento de los infractores  tienen 17 años; el 20 por ciento 15 años; el 11 por ciento 14 años y el 2 por ciento menos de 14 años.

Ante esto, algunos de los menores que se encuentran privados de la libertad, manifestaron al Noticiero 90 Minutos que esperan dejar atrás su pasado y que la sociedad les de una segunda oportunidad.

En el centro de reclusión para menores Valle del Lili se encuentra Javier, quien desde los 13 años empezó a robar porque quería dinero y sentirse bien. Igualmente, Mario que lleva ocho meses en un proceso de reeducación, espera dejar atrás ese pasado que aun hoy lo atormenta.

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Dependiendo de la gravedad de la falta, estos adolescentes son incluidos en procesos que pueden cumplir bajo la tutela de los padres, en libertad asistida y  con permisos de salida.

A fin de cuentas, ellos se ganan su  libertad cuando se considera que han evolucionado y  diseñado un proyecto de vida distinto.

Por su parte, Sandra Elizabeth Murillo, docente del programa de responsabilidad penal contó que “ver cómo un chico que entra muchas veces sin esperanza de vida, que espera que en cualquier momento le peguen un balazo o terminen con él, que piensan que ya ni siquiera van a conocer la cédula, pero que vale la pena hacer el empuje por la juventud que tenemos en este momento”.

La reeducación va dirigida a los muchachos con problemas de socialización a quienes la vagancia y el consumo de drogas se los llevó por delante junto a sus familias.

De acuerdo a estudios realizados sobre violencia juvenil, esta se encuentra estrechamente relacionada con familias numerosas, desintegración familiar, violencia doméstica, abandono familiar y ausentismo escolar; todo esto induce a los jóvenes a frecuentar ambientes como el de las pandillas.

En cuanto al ámbito relacional, el niño empieza a tener un ambiente muy restringido, con características no positivas, que le va enseñando un código de lenguaje. El líder suele ser alguien de un contacto con el mundo de la delincuencia, por ejemplo tener un familiar en la cárcel, malas condiciones de vivienda y sanidad.

Aseguran estos jóvenes, que en muchas ocasiones fueron influenciados por el ejemplo nefasto de muchachos que robaban por gusto, resentimiento o necesidad y que conformaban pandillas y contaban muertos de memoria.

Frente a esta situación, invertir en la reeducación de estos muchachos es la forma en que se busca que se les otorgue lo que nunca les han dado; otra oportunidad.

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El padre José Darío Soto, director de la corporación San Bosco explicó que “muchas veces uno ve diferentes programas, que programas de jóvenes para bajar los homicidios, pues de entrada ya tenemos un punto de partida falso, porque el jóven ve que el interés no es él; el interés son los ciudadanos que se sienten incómodos con la violencia”.

Cualquier joven puede ser reeducado para que pueda integrarse socialmente, sin necesidad de tratarlo como delincuente.

“Hay más un prejuicio de que son peligrosos, de que te van a robar, de que te van a hacer daño, a lo que enrealidad pasa, lo que yo he encontrado en muchos muchachos es que reclaman una necesidad de afecto, una necesidad de reconocimiento, de sentir confianza, que alguien confía en ellos, que alguien de alguna manera reconoce que ellos tienen cosas por dar”, explicó Norman Darío Carmona, psicólogo.      

Por otro lado, los jóvenes que han vivido esta experiencia en carne propia, definen el reeducarse como construir una vida nueva y fijarse propósitos distintos a una vida antisocial.

Los expertos, coinciden en afirmar que la delincuencia juvenil en algunos casos demanda respuestas claras, efectivas y contundentes de parte del estado.  

Carlos Rojas, experto en violencia juvenil sostuvo que “prevenir cuesta siete veces menos que corregir, por eso a un estado como el colombiano, le toca abrir una política mucho más agresiva, que trabaje los fenómenos en la familia, en la escuela, para evitar ese desencadenamiento que hay cuando los jóvenes entran en estos circuitos y terminan afectando infortunadamente su vida de manera negativa”.

Finalmente, Daniel Mafla, reverendo, garantizó que “no estamos hablando de impunidad, estamos hablando de generarle y favorecerle, a estos jóvenes que configuren un mundo que se desconfiguró”.

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