La primera vez que escuché asociar la gratitud con salud y bienestar, me sorprendí. El conferencista, gran maestro, de pequeñas y grandes enseñanzas, decía que uno debería decir “gracias”, 42 veces al día. Lo primero que pensé es que 42 veces era una cantidad inverosímil.
La explicación fue contundente. Haciendo un conteo, como ejercicio de aquella formidable charla, encontraba que son más de 42 las razones para dar gracias en un día. Muchas, muchísimas más.
Y empecé por darle las gracias a él, al gerente del Centro Médico Imbanaco, Armando González Materón, por esta charla y por todas sus charlas durante estos años, de aprendizaje y enriquecimiento interior. Gran maestro, excelso líder, formador de la cultura de “vocación de servicio”, que distingue a la institución que dirige.
Decía él, también, que de decirlo a ejecutarlo va mucho más allá de la síntesis de la palabra de seis letras. Que hay que sentirse agradecido y manifestarlo desde adentro para obtener su efecto, para mejorar la salud. “Gracias”, “Mil gracias” y “Un millón de gracias”, son términos ponderativos que la RAE, las incluye como manifestaciones de agradecimiento.
"Las personas agradecidas tienden a estar satisfechas con lo que tienen y por tanto son menos susceptibles a emociones como la decepción y la frustración", decía, el gerente de Imbanaco.
En esa misma línea, Robert C. Roberts, filósofo y catedrático de la Universidad de Baylor (Texas), sustenta su teoría sobre la felicidad, en que los agradecidos son dichosos de disfrutar la vida y sus pequeñas cosas, en vez de elevar la vara de las expectativas.
[Lea también: Una vacuna gratis y los padres se niegan a vacunar a sus niñas ]
La explicación científica de la gratitud es sorprendente. Cuando usted dice “gracias”, hay una sensación de bienestar que se refleja en el hipotálamo, una de las zonas más profundas del cerebro, catalogado como el epicentro emocional.
Que un sentimiento, que suponemos sale del corazón, impacte lo más profundo del cerebro, ya dice demasiado. Más aún, si los estudios afirman que alrededor del 80% de las enfermedades tiene origen emocional. Que sólo el 5% de las enfermedades, entre ellas el cáncer, tiene origen genético, es decir que el 95% de nuestra salud proviene de nuestro entorno o medioambiente en que vivimos.
El hipotálamo es una de las estructuras cerebrales cruciales en la regulación de los estados de ánimo, de la temperatura corporal, del sueño, de los impulsos sexuales y del hambre y la sed.
Una de las relaciones interesantes de gratitud e hipotálamo, viene de una observación desarrollada por el Instituto Nacional de Salud, de Estados Unidos, que analizó las funciones cerebrales, mientras se experimentaban sentimientos de gratitud: los individuos más agradecidos tuvieron mayor actividad física del hipotálamo. Incluso, encontraron aquí una relación directa sobre el metabolismo y los niveles de estrés.
“La gratitud no solo es la más grandes de las virtudes, sino la madre de todas ellas”. Cicerón
Son muchas las investigaciones que constatan que las personas que cultivan el agradecimiento manifiestan más emociones positivas, menos emociones negativas, y por ende, dominan las situaciones de estrés y hasta se recuperan mejor de las enfermedades y las aflicciones. Son individuos más sanos. El ser agradecido tiene impacto tanto en el funcionamiento del sistema inmunológico, como en el sueño.
En el estudio del Instituto HeartMath, llamado “El corazón agradecido" se encontró que la sensación de gratitud propicia un mejor funcionamiento del ritmo cardíaco y una disminución de la presión arterial.
El mismo estudio dedujo que las personas que hacían el conteo de las cosas del día por las que estaban agradecidas, antes de dormir, lograban conciliar el sueño más rápido y tenían un descanso más placentero. Salude el nuevo día y tendrá más energía, su potencial físico y mental estará al máximo para afrontar el reto laboral. De las gracias por el día que termina, tendrá un sueño saludable y un mejor despertar.
El agradecimiento es, también, un sentimiento altruista, pues se sabe que la gente agradecida es menos propensa a experimentar envidia, enfado, resentimiento y arrepentimiento, factores que propician la reacción química en el organismo con la producción de las toxinas, precursoras de las enfermedades, cuando viajan por el torrente sanguíneo.
[Lea también: El azúcar es el “alcohol de los niños”: No son las grasas las que nos están matando ]
Lo pertinente es comenzar a trabajar desde la mente. Se sabe que el cerebro es como un niño pequeño que puede conducirse y guiarse por donde se lo lleve. Es decir, que si usted es agradecido, no tendrá tiempo para pensar en cosas negativas. Es cuestión de crear el hábito loable y saludable de empezar a dar las gracias y así seguirá buscando cosas y razones para agradecer. Dele razones al cerebro y el cerebro se adaptará. El modelo de comunicación para educar al cerebro, más conocido como programación neurolingüística, PNL, es la ratificación de la importancia de moldear el cerebro.
Dejemos de mirar los nubarrones y las sombras, envueltas en crítica hostil y destructiva. Dejemos la descalificación del otro, de quejarnos por todo, de mirar solo el lado oscuro de las cosas; es la forma mezquina de desviar la mirada y evadir la gratitud.
Llenemos nuestro cerebro de imágenes gratas. Preocupémonos por encontrar esas 42 razones para decir gracias. Aprendamos a decir “gracias”. Por nuestra salud física y por nuestra salud mental.
“El agradecimiento es la memoria del corazón”. Lao Tse.
Le puede interesar:
Hoy nos vinimos por dos con nuestro #BloggeroDelDía, Lizandro Penagos con 'James: ¡el pusilánime!' ¿Usted qué opina? https://t.co/aUudmwVxgD pic.twitter.com/8kGLBOolUQ
— Noticiero 90 Minutos (@Noti90Minutos) July 12, 2017